jueves, 3 de octubre de 2013

El plano final de Jessica Chastain en La noche más oscura

Argo o La noche más oscura; qué película premiar. Ese fue el dilema de la Academia Norteamericana en los pasados Oscar. Dos historias reales sobre la CIA: una agradable -el ingenio- en tiempos sombríos y otra sombría -la tortura- en los tiempos en que la Agencia ya se había pasado al lado oscuro de la fuerza, que decía Dick Cheney, y que retrata en su formidable Legado de cenizas (aquí reseña mía) Tim Wiener (aunque en el libro de Tim Wiener se demuestra dato tras dato que se pasó a lado oscuro en sus mismos inicios), que quiere llevar David Simon (The Wire) al mundo serie.


Motivos no faltaban para que ganase Argo, sobre todo su excepcional comienzo (de muchos es sabida mi admiración por Ben Affleck como actor), pero el plano final de Jessica Chastain (esa actriz superdotada en su mejor papel) vale por todo Argo (que me gustó, y mucho: aquí crítica): no es el plano, como algunos ven, de quien se pregunta lo justo de su acción sino "ahora qué": qué hacer con una vida que solo se ha vivido en función de la caza de Ben Laden. Un rostro vacío. Una vida que se descubre vacía una vez atrapada la pieza mayor.
Más que la operación que acabó con el instigador del 11S, a la directora le interesa la historia de una obsesion: desde ese principio en el que ocultar, sí o no, el torturador su rostro hasta las imágenes donde se ve cómo la agente Maya (Jessic Chastain) coloca en el cristal de su jefe los días que van pasando desde que cree saber dónde se oculta Ben Laden. Reduccionista el guión, tanto que apenas podemos seguir (ni importa) el cómo se llega  a su captura
Rehuye la directora Kathryn Bigelow de la espectacularidad circense en las escenas de acción, incluso en el inevitable final, que de tan realistas a quienes vemos la gurra en cine puede parecernos poco realista (lo que no significa una mala planificacion, ni en esta secuencia ni en otras dos, quizá, junto al plano final, las mas significativas: la cena en el hotel y la reunión con el confidente). Su previsibilidad incluso acentúa la admiración que sientes al ver lo bien rodadas que están las tres. 
No podía ganar La noche más oscura: ni es cine comercial ni es la historia agradable que los norteamericanos quieren ver (sí lo es por ejemplo el peor de los capítulos de la primera temporada de The Newsroom que trata sobre la muerte de Ben Laden). Quizá tampoco lo merecía. Tampoco ganó Jessica Chastain. Y ella sí lo merecía aunque nos ponga muchísimo Jennifer Lawrence, que estaba soberbia en Winter's bone, pero no tanto en El lado bueno de las cosas. Nada comparable al plano final de Jessica Chastain de regreso en el avión a cualquier parte, a una no vida.


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