jueves, 3 de julio de 2014

24 de abril de 1998

Almunia y Borrell
"Los partidos, en España, actúan, generalmente, por excisión. Si en algún asunto importante dos personalidades máximas de un partido adoptan puntos de vista contradictorios, estas dos personas empiezan por reñir. Se retiran el saludo y uno dice pestes del otro, y viceversa. El partido se escinde y
finalmente se desmorona [...] Los socialistas lo discuten todo apasionadamente, pero no riñen nunca. Aprovechan los diferentes puntos de vista para mantener siempre, frente al futuro, una bandera y un programa. Hay siempre el criterio de la mayoría del Comité y el criterio de la minoría".

Josep Pla publicó "Ejemplos. La lección del socialismo" un 14 de julio de 1933 en Las Provincias. A su juicio, era el PSOE temible para el resto de fuerzas políticas españolas, ya que: "al iniciarse el proceso hay un socialista que lo favorece; al finalizar el proceso, otro socialista recoge el movimiento. Y todo se produce sin necesidad de salir de la Casa del Pueblo". Un adversario formidable, "es un partido que desconoce las acciones impremeditadas o gratuitas. Es un partido que piensa siempre en durar y en mantenerse". Una parte de los dirigentes -la mayoritaria entonces- colaboró con la Dictadura de Primo de Rivera; otra se mantuvo al margen; como Julián Besteiro, cuando escribía este artículo, se opuso a la República burguesa mientras otros como Prieto la apoyaban. La maya fluctuaba entre un extremo y otro. Discrepancias sí, pero "sin necesidad de salir de la Casa del Pueblo".
"¿Cuándo se jodió el Perú, Zavalita"?, era la reflexión del anterior post sobre los socialistas caravaqueños y la degeneración de su partido; una degeneración que vale para el conjunto del socialismo español, sea en Cataluña o en el resto de España. Qué entendemos por degeneración: podríamos bromear con la cita de Ambrose Bierce en su Diccionario del Diablo: "Los contemporáneos de Homero eran notables ejemplos de degeneración; hacían falta diez de ellos para alzar una roca o promover un motín que cualquier héroe de la guerra troyana habría alzado o promovido con facilidad".
Grande es la distancia que separa a un Eduardo Madina de un Julián Besteiro, pero también entre un Adolfo Guerra y un Pedro Sánchez.
Comparen el shock de modernidad de Eduardo Madina, uno de los candidatos a las primarias socialistas para la secretaría general, con una de las últimas intervenciones de Alfonso Guerra (aquí completa): "Y es sano recordar que nosotros debemos competir políticamente con nuestro propio programa, querer competir con el programa de otros nos llevaría al fracaso, a la renuncia de la autonomía del proyecto. En las elecciones unas veces se gana y otras se pierde, pero si lo que perdemos es la coherencia de los firmes y largamente debatidos principios estaríamos lanzando por la borda el largo camino recorrido por hombres y mujeres del socialismo, durante 135 años, que han entregado parte de sus vidas o sus vidas enteras a la defensa de nuestros valores. Estaríamos también arrumbando el único proyecto serio, coherente, honesto que la izquierda ofrece a tantos hombres y mujeres que no tienen otro instrumento que luche por su dignidad y bienestar, que el Partido Socialista".
¿El momento en que se jodió el Perú? Quizá cuando resultó Josep Borrell ganador de otras primarias del PSOE, estas para candidato a la presidencia del Gobierno, y en menos de un año tuvo que dimitir. Fue un 24 de abril de 1998 cuando venció a Joaquín Almunia.  De ahí a Zapatero y su "no estamos tan mal" y de ahí hasta el shock de modernidad de Madina.

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