martes, 21 de abril de 2009

Conmemoraciones: la República, la Guerra Civil, la Transición...

Capa. Ernest Hemingway y Herbert Matthews
El 1 de abril de 1939 Franco declaró oficialmente el fin de la Guerra Civil. El 14 del mismo mes, aunque en el año 31, se proclamaba la II República; y el 3 de abril del 79 se constituían los primeros ayuntamientos democráticos tras el franquismo. La República debe ser reconocida como un intento, el único de nuestro siglo XX, Transición aparte, de que la clase política se adecuara a una sociedad cada vez más consciente de sus derechos y más dispuesta a reivindicarlos. En última instancia falló la clase política, incapaz de coincidir en puntos básicos. Asimismo otro lado, nos encontrábamos en el tiempo de los ismos: el fascismo y el comunismo. La Guerra Civil, en palabras de un periodista extranjero, fue impuesta a la mayoría de la población: «Calculé que sólo alrededor del 20% de la población española, 10 en cada bando, proporcionaron la fuerza impulsora para mantenerla viva» (Herbert Matthews).


Comparándola con la República, también la Transición viene precedida de uno de los momentos de mayor desarrollo económico y social de España. Y las dos nacen en plena crisis económica con un importante paro: en la República el crack del 29, en la Transición la crisis del petróleo del 73. Las dos experiencias democráticas de nuestro siglo XX tienen una Constitución insuficiente debido a las prisas. Y las dos tienen a militares golpistas y anarquistas o terroristas dispuestos a destruirla. ¿Qué cambia entonces? La clase política, que es capaz de dialogar, discutiendo democráticamente los hijos de los vencedores y de los vencidos. Pero sobre todo la sociedad española, que ha dejado de creerse los lemas turísticos de España es diferente y rechaza que en el español haya un gen que cada cierto tiempo nos lleve a perseguirnos y a matarnos. En las primeras elecciones democráticas, los dos partidos más votados fueron la UCD y el PSOE. Los españoles prefirieron la UCD a Alianza Popular y el PSOE al Partido Comunista, buscando más la convivencia que el enfrentamiento. Una lección en estos tiempos cainitas que sí es importante rememorar.
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