Bélgica votó ayer en la Cámara Baja la ilegalización del burka. En España las mezquitas dedican su sermón al velo como precepto religioso, como obligación para las mujeres. El Ministerio de Igualdad (aunque su titular abogó en su momento, le cortaron las alas en su propio partido la Vicepresidenta si mal no recuerdo, por la prohibición) no sabe no contesta. Algunos principios, como el de igualdad, patrimonio durante décadas de la izquierda han perdido su sentido por un multiculturalismo que pretende dar derechos y obligaciones diferentes según credo, razá o estatus social.
La Iglesia católica, como hizo en su día la anglicana en relación a la sharia, ha pedido que se respete la libertad de la alumna Najwa Malha.
Confesé hace un tiempo mis simpatías por los rebeldes reaccionarios. Pero algo está podrido en Dinamarca cuando católicos, musulmanes y multiculturalistas aunan esfuerzos. Tan mal que debería empezarse por el velo, el burka y continuar con el Concordato, ya que estamos.
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