José Moreno y Gloria Gómez, con el Consejero de Turismo |
Turismo de sol y playa que no se diferencia del religioso caravaqueño a efectos económicos. Hasta a veces parecen los mismos jubilados (evidentemente su nivel adquisitivo es más bajo que en otras franjas de edad) que un día van a la playa y otro vienen a Caravaca para que le pongan el pin de la cruz. Tres tiendas de nuestro casco antiguo y un par de bares de sobra conocidos se quedan todo el negocio. Ni las Fiestas han sido un gran revulsivo: doscientos mil turistas el 2 de mayo. Pero los bares y locales de copas han notado mucho la crisis, agravada por las caravanas llenas de bebidas que acompañaban a los festeros, y las barras en las calles, que si no son ilegales, sí injustas con quien lleva todo el año con su negocio abierto.
La práctica religiosa tiende a desaparecer, por lo menos entre las clases ilustradas, que por desgracia coinciden con las ricas: el número de católicos disminuye en España un 1’5% en un año, según se leía en 2010 en el diario Público.
O se integra pronto este turismo religioso con el gastronómico y el rural, dándole un sentido comarcal, o el título de quinta ciudad santa del mundo le va a servir a Caravaca lo mismo que el de conde a un noble arruinado. Aunque con el título de conde en según qué ambientes aún se ligue.
En una reciente reunión del alcalde caravaqueño, José Moreno, con el Consejero de Turismo de la Comunidad Autónoma, parecieron estar de acuerdo en la necesidad de complementar un turismo con el otro. Y en otra entrevista ésta con el Presidente de la Comunidad Autónoma se destacó la importancia de la iniciativa privada, no todo se puede dejar a las administraciones públicas cuándo éstas se adelgazan. Habrá que sumar las iniciativas aprobadas en el pleno del Ayuntamiento de Caravaca por Ciudadanos y Partido Popular, más la que presente la concejal de Turismo, Gloria Gómez (un artículo sobre los años jubilares que publicó cuando aún era candidata a concejal). Porque no trabajamos entre todos, contemplaremos en 2017 como en 2010 los miles de peregrinos con su bocata de salchichón de pavo y nos congratularemos pensando en si superamos los dos millones de peregrinos. Pero el éxito de un modelo de turismo no puede decretarse tan solo por las cifras, ni menos por unas cifras de cada siete años.
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