viernes, 30 de julio de 2010

ETA en América, de Florencio Domínguez

Hace unos meses el juez Verdasco vio indicios de colaboración entre el Gobierno de Venezuela, las FARC y ETA. De pronto volvía a cobrar interés el papel que ETA juega o ha jugado en la América de habla española. Florencio Domínguez, en un trabajo más periodístico que de historiador (el tiempo es reciente, los documentos de los servicios secretos de España y los otros países todavía no son públicos...), recorre los pasos de los etarras por la geografía americana. Las conexiones de ETA en América se llama su libro. Aunque posteriormente ha publicado La agonía de ETA.

De su estudio, cabe destacar algunas cuestiones: uno, el castrismo y la revolución sandinista atrajeron hacia América a muchos internacionalistas europeos de los que algunos se convirtieron en terroristas/guerrilleros; dos, ETA, desde el asesinato de Carrero Blanco, tenía fama de preparar buenos explosivos y para eso la llamaron grupos terroristas de esos países; América supuso para algunos terroristas el punto y final de su carrera y para otros un descanso y retorno a Francia; de los etarras que hay en la América española, algunos (los que llegaron a mediados de los 80) lo hicieron por pactos entre España y esos gobiernos: Francia no quería extraditarlos a España y los acogían en otros países con la condición (que casi nunca se cumplía) de que no prosiguieran su actividad terrorista; por último, en México y Venezuela, donde la colonia vasca exiliada de la Guerra Civil es importante, fue donde mayor apoyo social encontraron.
Ahora veamos algunos casos:
1. En Chile se relacionaron con el MIR para llevar a cabo secuestros como el del empresario Revilla. Incluso el MIR ya tenía información para secuestrar a las Koplowitz, pero ETA les dio tan poco dinero del anterior secuestro que rompieron relaciones.
2. ETA participó en la lucha de guerrillas de Guatemala y cuando los sandinistas ocuparon el poder algunos miembros ocuparon puestos dentro del Servicio de Inteligencia. Así mismo ayudaron a la guerrilla de El Salvador. Precisamente la explosión de un edificio perteneciente a un etarra donde los guerrilleros salvadoreños guardaban explosivos aceleró el fin del conflicto en este país.
3. En Cuba existen dos grupos de etarras: el primero, reconocido por el Gobierno cubano responde a pactos con Felipe González a mediados de los 80; el segundo, a participantes en la guerra civil de Guatemala (Cuba había sido inspirado de ella y no quiso dejar a los etarras en la estacada): se cree que Apala, una leyenda para los etarras, se encuentra en Cuba.
4. En Colombia ETA tuvo relaciones de importancia con las FARC que se enfriaron en 1999 cuando el Gobierno colombiano comenzó a negociar con este grupo terrorista en San Vicente del Caguán (los etarras teorizaron sobre si era posible algo similar en España: Colombia retiró a militares y policías de un terreno de 42.000 metros cuadrados). España estaba en el grupo negociador, se recibió a las FARC en España y la guerrilla prefirió no enemistarse con nosotros. Cuando se rompen las negociaciones entre Colombia y las FARC, cambia también la relación entre España y las FARC y vuelven a trabajar conjuntamente ETA y los terroristas colombianos desde suelo venezolano. Curiosamente, las FARC necesitaban un lanzamisiles (el Ejército colombiano se había movilizado gracias a los Estados Unidos) y ETA lo tenía (intentó en tres ocasiones atentar contra Aznar) pero no sabía utilizarlo.
5. En Venezuela la comunidad vasca es menor que en México pero de mayor relevancia social. Los etarras, antes de las elecciones que le dieron la victoria a Chávez, se reunieron con todos los candidatos para que se comprometieran a no extraditarlos a España. Todos ellos: conservadores, progresistas, revolucionariso, todos ellos se comprometieron. Curiosamente, tras el golpe de estado fallido, Chávez empezó a colaborar con la Justicia española (en tiempos todavía de Aznar), aunque hubo tensión cuando en 2006 una representante del Gobierno de Venezuela llegó a un acuerdo con abogados de etarras (aunque finalmente no se rubricó). ETA sí ha tenido contactos con fuerzas paramilitares bolivarianas, pero Florencio Domínguez sobre ETA y Chávez dice que las pruebas del juez Velasco son vagas y habrá que esperar todavía para conocer si existen estos contactos.
6. En Uruguay hubo contactos importantes entre los tupamaros y ETA. A los tupamaros pertenecía por ejemplo el actual presidente de Uruguay, José Mújica, que ya antes de llegar al poder se desmarcó de ETA.
7. En México es donde más terroristas hay o había gracias a la colonia vasca (lo que no impidió a los etarras extorsionar a empresarios vasco-mejicanos y planear secuestros entre los miembros de esta comunidad). El Gobierno siempre había sido complaciente con ETA, tanto que cuando comenzaron las peticiones de extradición se les permitía dar ruedas de prensa en las cárceles y las autoridades mexicanas trataron de una manera a Baltasar Garzón cuando fue a interrogarlos que si España hubiera sido un país de importancia las relaciones estarían rotas. Lo que cambió todo: fue el Movimiento Zapatista de Liberación Nacional, al que ETA vio con preocupación en un principio, al que luego se sumó y al final salió escaldada. El subcomandante Marcos, en ese estilo tan suyo, insultó a Aznar, a Felipe y a Garzón y les acusó de torturadores en el País Vasco. Éste último le respondió defendiendo a nuestros presidentes y asegurando que los auténticos héroes del País Vasco eran las víctimas de ETA. Retó al subcomandante Marcos ha quitarse el pasamontañas. Entonces el Subcomandante montó el espectáculo: propuso un cara a cara con Garzón y un jurado internacional en Las Canarias: si ganaba el español se quitaría el pasamontañas y estaría a su disposición; si ganaba él Garzón deberia ser el asesor del Ejercito Zapatista. A la vez debería celebrarse un congreso en el que estuvieran reunidos el Gobierno de España y ETA para hablar del País Vasco. ETA deberia estar sin matar (ciento y pico días) hasta que comenzara el proceso. El Gobierno español nunca hubiera aceptado, ETA no tendría que haber hecho nada... y sin embargo quedó en ridículo. Decía el Subcomandante: "En caso de que no acepten, me ofrezco personalmente como víctima propicia de su próximo ataque". ETA respondió: acusaba al Subcomandante de buscar atención mediática, de buscar vender camisetas en la Gran Vía madrileña, de desconocimiento de la causa vasca, calificaba de opereta su propuesta y acababa, eso sí, con un "Viva Chiapas libre". El Subcomandante se rió de ellos: cuenta que estaba en el váter temiendo que ETA lo matara cuando se acercó un guerrillero y le dijo que ETA se había limitado a regañarlo. Sobre lo de opereta les dice: "A vosotros os gustan más las tragedias". Y sobre lo que ETA podía enesñarle se preguntaba: "Nada sería más agradable para nuestros enemigos que el Ejercito Zapatista se convierta en la versión indígena y mexicana de ETA... ¿Qué nos va a enseñar ETA, a matar periodistas porque hablan mal de la lucha? ¿A justificar la muerte de niños por razones de la "causa"?". Por último, el Subcomandante les dijo que no quería Chiapas libre, sino igualdad para todos en México.
Al final fue un payaso quien puso a ETA en su sitio.
El libro tiene pocos deméritos: tal vez una explicación del contexto de finales de los 70 y los 80 en México porque si yo tuve que googlear Victoria Chamorro, imagínense dentro de diez años quien lo lea. Hubiera estado bien también un diccionario con los etarras que se sepa que estuvieron en América y que ha sido de ellos y también una bibliografía, aunque cuando cita un libro lo pone al final de página.

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