
«Que el diablo se las lleve, a las masas y a las estadísticas», clamaba el filósofo Nietzsche. Un pensamiento antiigualitario difícilmente compatible con la democracia pero que sirve en otros órdenes de la vida. Cuando destacamos una manifestación multitudinaria en Madrid, sólo nos detenemos en el número. ¿Pero tienen el mismo valor cincuenta personas que han cruzado el Atlántico para protestar en la Puerta del Sol que mil que tan sólo han recorrido la Castellana?

Preguntando en algunos restaurantes escogidos del pueblo, el verano ha sido productivo precisamente porque ha descendido el número de peregrinos (y ha cambiado su perfil): más coches, menos autobuses. En el estudio que inevitablemente se debe exigir a la conclusión del Año Santo tendrán que valorarse aspectos positivos y negativos: empleos creados, imagen del municipio, relevancia de las propuestas culturales, revitalización de ciertos barrios (la Calle Mayor la dejamos para el próximo), etcétera. Pero se puede adelantar que para los que no nos interesa la religión sino el parné hubiera sido mejor que nos visitara Paris Hilton y su panda que no Kiko Argüello y la suya. También más divertido.
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