viernes, 3 de septiembre de 2010

Europa como búnker

La publicación de La revolución europea de Christopher Caldwell, un estudio bien documentado del avance del Islam en el viejo continente, ha servido de aglutinador de todos aquellos que desconfían de una sociedad multicultural que no pone el énfasis en los derechos humanos y también de quienes temen la explosión demográfica musulmana. Ésta es una actitud corta de miras de quienes ven Europa como una fortaleza asediada y no creen en su atractivo: a saber, padre obrero que ahorra para que su hijo estudie en la universidad y tenga parecidas oportunidades a las del hijo del patrono (nada que ver con el sueño americano, propio de gangster). ¿Pero ocurre igual para el hijo del inmigrante? ¿Tiene los mismos derechos (y deberes) que el indígena?


Cuando en el año 2007 grupos de jóvenes decidieron quemar París, descubrimos que eran franceses de tercera generación sin oportunidad de encontrar trabajo. Incluso se llegó a proponer que en los currículos no se adjuntara fotografía ni se rellenara la casilla del nombre para que no existiera discriminación por raza o religión. Todos los europeos tienen unos deberes (que se incluyen en la Constitución) y unos derechos que emanan de la Declaración Universal de 1948. Un modelo que exportar a la mayoría de países. Aunque Europa no tiene la industria cultural norteamericana ni el poderío económico de China, el siglo XXI puede ser nuestro. Conocemos las guerras de religión, las étnicas, los totalitarismos, el racismo… Todo lo inventamos… Pero también la democracia, el liberalismo, la libertad de conciencia, la tolerancia… Nada, bueno o malo, a partir de la Ilustración, lo han pensado personas ajenas a Europa (vivan o no en este continente). Pero nos encerramos en un búnker: los multiculturalistas trocean derechos y deberes, han perdido la confianza en el progreso; los cristianos presagian la Europa de los minaretes (cuando parte de ellos, al igual que los musulmanes, confunden delito y pecado).
Europa debe exigir a sus ciudadanos que cumplan sus deberes y respetar sus derechos para exportar este modelo a los países de nuestro entorno (un futuro Plan Marshall para países demócratas de África). La otra opción es agazaparnos tras una Muralla China, pero ya se sabe lo que pasa: las murallas no detienen a los mongoles.

PD. Este artículo se escribió hace aproximadamente un año: desde entonces la idea de Europa ha caído bajo mínimos (no existió tampoco gran entusiasmo y la idea de una Europa de votantes iguales se ha quedado en lo que siempre fue: Alemania, a su vera Francia no consiga la primera lo que por lo militar no consiguió y una Inglaterra que trata de evitar que Europa tenga relevancia alguna); los países de América se encuentran en un momento de crecimiento; en China nada ha cambiado;  en los países musulmanes comienzan las elecciones democráticas (aunque una democracia aupó en Europa a Hitler)... sin embargo, con todo lo mitificado que esté el concepto Europa (o más aún ese nebuloso de Occidente) casi en cualquier país de otro continente se vive peor que en este y, cuanto se imite más en el XXI, el modelo chino peor se vivirá.
Votar esta anotación en Bitácoras.com

0 comentarios: