martes, 22 de febrero de 2011

Europa y las revueltas árabes

Publicado en Teleprensa Murcia

Cuando Churchill decidió incendiar la Europa nazi dio todo su apoyo a Tito y sus partisanos, a pesar de ser comunistas, con el argumento de que no pensaba vivir en Yugoslavia. Igual de pragmático se mostraba Roosevelt sobre Somoza: “Puede que sea un hijo de puta. Pero es nuestro hijo de puta”.

¿Pragmatismo? Hasta cierto punto: la política estadounidense en Nicaraguas, Honduras, El Salvador o Chile ha traído ha dado lugar no a gobiernos, sino a poblaciones hostiles en el “patio trasero” de Estados Unidos.

Así como el apoyo al sah en Irán trajo al país un gobierno antinorteamericano (la revista Times, cuando eligió a Musaddaq Hombre del Año, señaló: “El preocupante aumento del fanatismo en Oriente Próximo en los últimos años en una reacción a la desconsideración y la superficialidad de Occidente”). O a los muyahidines en Afganistán para derrotar a los soviéticos dio alas a estos fanáticos (Charlie Wilson’s war, 2007), como el apoyo a la corrupta familia real saudita los ha mantenido en el poder mientras expanden la doctrina del wahabismo (La torre elevada, Lawrence Wright; La gran guerra por la civilización, Robert Fisk)…

Unos pocos ejemplos de la política exterior norteamericana que daría para escribir (si no se ha hecho ya) un libro negro como el del comunismo. Pero en la actualidad la Administración Obama es la única que ha demostrado querer un cambio (aunque le sorprendiera) en el mundo árabe. En Europa Catherine Ashton (de la que desconocemos sus habilidades de cualquier tipo) viaja por fin a Egipto. Antes que ella uno por uno los gobiernos de la Unión Europea han demostrado su debilidad cuando no complicidad absoluta con los dictadores mediterráneos: el ejemplo francés en Túnez o Egipto resulta el más claro.

La ayuda a las transiciones de los países musulmanes del Mediterráneo a la democracia se hace urgente. Al fin y al cabo España se encuentra en primera línea de todos los temores: el triple embate del terrorismo, narcotráfico e inmigración ilegal. La Libia que bombardea a su pueblo ya nos ha amenazado con permitir una inmigración incontrolada (aquí deberíamos pensar que si los dictadores musulmanes y sus aliados europeos no expoliaran estos pueblos tal vez no emigrarían en masa).

No sabemos, tras la ayuda económica y el ejemplo, si estos países se convertirán en democracias laicas, si estas revoluciones son el preludio de la generalización de la sharia o el anuncio de los enfrentamientos entre chiíes y suníes. Tras la caída del Muro y las guerras yugoslava y chechena (en un mundo donde les obligamos a aceptar nuestros productos, pero no sus trabajadores, a veces incluso tampoco sus productos) se creo el fenómeno del crimen globalizado que Misha Glenny ha llamado Mc Mafia y que es el único gobierno universal.

Los ciudadanos de Bahrein exigen una monarquía a la española. ¡Pobres! Ignoran que nuestro Rey tiene sus “amiguitos del alma” en forma de dictadores, se llaman “hermanos” entre ellos; y nuestra clase política celebraba anteayer cualquier payasada de Gadafi; que Zapatero suficiente tiene con conservar el cargo (la reacción española al Nóbel chino merece entrar en la antología de la cobardía) y que Jiménez es Moratinos “pasado en copa nueva”, cantaría Silvio. Así hasta resulta extraño no haberles ofrecido de consejeros a Felipe o a Garzón.

Apoyamos a dictadores que, como en la novela El hombre que fue Jueves, han creado mucho de los problemas con los que ahora nos amenazan si caen. Sentimos el vértigo, es evidente. Pero debemos de pensar que dos de cada tres musulmanes de la zona son menores de 30 años, que a estas edades se suele generalizar el fenómeno de la violencia (Una historia de la violencia, Robert Muchembled) cuando no encuentran otro cauce de expresión a sus demandas, sean legítimas o no. De momento, las manifestaciones ni son violentas ni antioccidentales. Pero todo puede cambiar según sea nuestra actitud en los próximos meses.

Votar esta anotación en Bitácoras.com

0 comentarios: