No es que ahora se haya convertido en un mercado de carne; todo lo más los inmigrantes que esperan que alguien se aproveche para contratarlos ilegalmente. Pero como la economía no funciona más parece algo tipo Los lunes al sol.
Acababa de perder el autobús para Murcia por no soltar el teléfono mientras le leía a Paco mi colaboración de los lunes en la SER. Me quedé entonces en tierra de nadie: no me convencia el artículo pero llegar a mi casa y escribir otro me hacía perder el tiempo. Así que me senté en un banco del quiosco de la Isa.
Y al momento se sentó a mi lado un búlgaro...
- ¿Conoces algún búlgaro?
Escribía y decía que no sin prestarle demasiado atención.
- ¿Y algún rumano?
Volví a decir que no.
Abro un inciso: existe otra forma de racismo, a la inversa. Si no fuera para no acusarme a mí mismo de racista, le hubiera pedido educadamente que se largara o callara que estaba trabajando.
El tipo continuó preguntando donde vivía, si estaba casado, de nuevo donde vivía, si mi casa estaba cerca, a todo esto yo escribía sobre mi Presidencia suplente el día 22. Lo de si vivía cerca ya no me hacía demasiada gracia, y más si adivinara si estaba solo o acompañado por el palo. ¿Aburrido, un ladrón? ¿Ambas?
- Mira tío, me voy.
- ¿De verdad no te gustan los búlgaros?
A todo esto lo más probable es que utilizara el gustar como nosotros el like (para todo). Pero tanto vivir solo y te gustan los búlgaros me escamaba. Como ya había terminado mi artículo y volvía a perder el autobús, me fui. Pero ya hasta uno se imagina sexo y reinoles y a la protagonista de La dama de blanco de Chabrol, que señalaba que toda persona antes de morirse debe asesinar a alguien, probar el sexo homosexual (y no me acuerdo de la tercera y Sole ha sido incapaz de resolvérmela).
Total, que la antaño entrañable plaza del Quiosco de la Isa pronto se llenará de jineteras, menudeo y tráfico de órganos en esta pobreza globalizada.
Sexo con otras razas hubiera dado para un Plataforma de Houllebecq, ¿con hombres? probaré antes el asesinato, y si sube...
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