De Jim Caviezel me ofrecería para interpretar las últimas horas de vida de Ben Laden. El actor confiesa que la Meca le ha dado la espalda tras representar al Cristo de Gibson. «Demasiados judíos en Hollywood», mascullarían tanto Osama como Mel. El problema con la muerte (ajena) es que nos la tomamos demasiado en serio: ni llantina progre ni When God's on your side carca. En Twitter encontramos la salvación.
Humor. Como en el documental Where in the World Is Osama Bin Laden?, 2008, de Morgan Spurlock, quien se asoma a las cuevas (afganas, creo) y pregunta si dentro se encuentra Osama, mientras un plano antes o después le tira a Rumsfeld y Bush. O la genial película británica Four Lions, 2010 (crítica aquí), con sus aprendices de terroristas raperos grabando su confesión suicida con bolsas de papel en la cara para que no lo reconozcan. O su intento de contactar con los talibanes por teléfono (repiten la broma de Zohan y Hamás). Y ese final que hiela la sonrisa, donde los ingleses entregan el único no terrorista (y el menos occidentalizado) a los egipcios para que lo torturen en una cárcel no muy diferente a Guantánamo.
Pero me da que la película que se estrene, de Bigalow o de Scott, con música de James Horner a lo Braveheart, será algo tan serio (y ridículo) como Armaggedon… con plano final de barras y estrellas.
Sugerencia: Una película de Paul Greengrass, donde se narre la historia del pobre (no hay ironía) marine al que le tocara la lotería de desnudar y lavar el cadáver de Osama según el rito musulmán. O, mejor todavía, Llamazares perseguido por Olivia en uno de los universos alternativos de Fringe de JJ Abrams.
PD. El título es de Belle & Sebastian y el When God's on your side de Dylan.
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