miércoles, 18 de enero de 2012

Descansemos en paz

El Dictador cubano y el secuaz del Dictador español, encantados de conocerse
Versión corregida: Mis lecturas preferidas

Dos muertes insignificantes, españolas, comparten cartel con la de un tercer hombre que tuvo importancia capital para la Humanidad. «El padre de la democracia e hijo del franquismo» (El Jueves) y el etarra que bautizó a la bicha (por fortuna, hablamos de ex novias, ex ministros, pero nunca escuché «ex asesino». O, como en España la necrológica sigue el patrón de la hagiografía, el prologuista de Miguel Espinosa y el exquisito lingüista vasco (hombres de letras ambos) han ocultado la muerte de Gevork Vartanian, quien en 1943 impidió un atentado nazi contra Stalin, Roosevelt y Churchill. ¿Lamentó la madre del agente secreto su parto?
Una historia alternativa permite juegos fascinantes: ¿cuánto mejor para los académicos suecos no tener en su conciencia el Nobel de Literatura para Churchill? ¿O tal vez la mitad de Europa no esclavizada durante medio siglo por Stalin y sus seguidores? Pero, sin el comunismo, ¿hubieran aparecido Václav Havel, Ana Ajmátova o Solzhenitsyn?
¿Importan las vidas pasadas aunque las sepamos llenas de sufrimiento o más aún la literatura y el ejemplo que dejan?
Para recordar los horrores del siglo XX me basta con buscar en Internet la foto de los otros gallegos. Castro y Fraga: las dos caras del totalitarismo, ese punto donde los extremos no se repelen, se atraen.
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