viernes, 20 de enero de 2012

Mis lecturas preferidas


Con Castro I
Mi género literario favorito es la necrológica (la muerte del creador de los Doritos lo considero el acontecimiento más destacado de 2011): con ellas me desayuno, me meriendo con los anuncios de contactos (la prostitución se hace visible en  Caravaca) y me ceno con los del tarot (en mi calle Cartagena una tienda de brujería donde compro velas para San Judas Tadeo).


Para empezar el año, dos muertes insignificantes, españolas, comparten cartel con la de un tercer hombre que tuvo importancia capital para la Humanidad (por última vez con mayúscula: «En nombre de las mayúsculas se ha torturado, se ha invadido, se ha asesinado. Es probable que constituyan el concepto más repugnante que ha pergeñado el ser humano», Rubén Castillo, El globo de Hitler).
Con Castro II
«El padre de la democracia e hijo del franquismo» (El Jueves) y el etarra que bautizó a la bicha (por fortuna, hablamos de ex novias, ex ministros, pero nunca escuché «ex asesino»). O, como en España la necrológica sigue el patrón de la hagiografía, el prologuista deMiguel Espinosa y el exquisito lingüista vasco (hombres de letras ambos) han ocultado la muerte de Gevork Vartanian, quien en 1943 impidió un atentado nazi contra Stalin, Roosevelt y Churchill. ¿Lamentó la madre del agente secreto su parto?
Una historia alternativa permite juegos fascinantes: ¿cuánto mejor para los académicos suecos no tener en su conciencia el Nobel de Literatura para Churchill? ¿Y para la mitad de Europa la posibilidad de liberarse de la esclavitud roja? Pero, sin el comunismo, ¿hubieran aparecido Václav Havel, Ana Ajmátova o Solzhenitsyn? ¿E importan las vidas pasadas, aunque las sepamos llenas de sufrimiento, o más aún la literatura y el ejemplo que dejan?
El ejemplo: para recordar los horrores del siglo XX me basta con buscar en Internet la foto de los otros gallegos (brindan, se sonríen, se abrazan… no encuentro ningún muak muak). Castro y Fraga: las dos caras del totalitarismo, ese punto donde los extremos no se repelen, se atraen.
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