miércoles, 18 de abril de 2012

Felip Puig y la revolución mundial del 15 de mayo

El infame Felip Puig
Felip Puig representa un nuevo tipo de político catalan. Nacido en 1958 (por lo tanto no corrió delante de los grises, esos grises travestidos de Mossos D'esquadra que ahora comanda) no tiene que diferenciarse del resto de la derecha o extrema derecha española (ya saben: el nacionalismo catalán y vasco tienen un no sé qué progresista del que carece el español). Conoce de sobra que las elites económicas catalanas apoyaron al franquismo antes, durante y después de la Guerra Civil para conseguir mano de obra esclava de provincias aún más pobres como Almería y Murcia.

Nada nuevo entre la burguesía de Cataluña, que fue la que impuso al General Primo de Rivera como Dictador de España. Entonces se trataba de acabar con los anarquistas que, a la violencia estructural del Estado y el empresariado, oponían la violencia de los pobres: la bomba que por desgracia mataba más inocentes que culpables.
Felip Puig ve de nuevo la bicha y alienta las cargas desproporcionadas de los Mossos D'esquadra (cierto que el comportamiento de un número de antisistemas en Barcelona fue particularmente violento) porque, según sus palabras, Barcelona se convirtió en un laboratorio, un ensayo, como quieran, para una Huelga Mundial o Universal que tendrá lugar el 15 de mayo. 
Por mí que la atrasaran un tiempo porque vienen las Fiestas de Mayo de mi pueblo, el SOS Murciano, la Huelga Mundia de Felip Puig, la boda de Raquel, el Primavera Sound, la boda de Juan Fernando... que la fecha es muy mala y como en la canción de Lendakaris Muertos temo que "la revolución me pille de resacón".
Aunque me agradaría que el Conseller de la Porra tuviera razón o, por lo menos, sus palabras animen a una Huelga General, ¿qué podemos esperar? 
Un capital global que convierte en inútil el voto local. Pero los votantes locales (horas y horas trastornados por el patriotismo futbolero o farlopero de los medios de comunicación de masas) ven el enemigo en el país vecino (atacado igual que él por las sanguijuelas: piensen en Sarkozy y Monti intentando hundir más España).
Escribía John Carlin sobre la Guerra de las Malvinas en Thatcher, libertadora argentina que le sorprendió (de niño vivía en Argentina) los miles y miles de argentinos históricos ofreciéndole sus lágrimas y apoyos a una Dictadura que había asesinado, secuestrado y violado a miles de sus compatriotas. En España no hace falta recordar las masivas concentraciones en la Plaza de Oriente.
Más probable en cualquier caso una guerra entre Marruecos y Argelia, España y Argentina, Pakistán e India que la unión de ciudadanos de esos países en contra de las elites políticas y empresariales de esos y otros países. Desengañémonos, la única Internacional que existe la forman ellos: políticos y empresarios (y secretas: pero esto ya es la canción de Tarántula). La ciudadanía perdemos el tiempo. 
Veo en televisión a algunos argentinos pateando banderas de España, y su Presidenta, con las carnes colgando y el gesto populista de una Evita con excesivas carnes (y no prietas), construyendo una dinastía energética para su hijo Máximo. 
Leo propuestas de boicotear productos argentinos en la red; veo a nuestro presidente Rajoy (con el gesto serio pero con un discurso inane) y nuestros periódicos defendiendo una empresa, que de española tiene lo que la dinastía Borbón, en lugar de defender los derechos de los españoles (sus votantes). Al contrario, su Gallardón, su Wert criminalizándolos cuanto pueden. 
Felip Puig es un soñador: ni habrá revolución mundial ni amago de ella con Barcelona (por fin) como capital. 
El patriotismo, según el conservador Dr. Johnson, es el último refugio de los canallas; y Erich Fromm:  "El nacionalismo es nuestra forma de incesto, es nuestra idolatría, es nuestra locura. El patriotismo es su culto". 
El 15 de mayo no habrá revolución: ningún jubilado griego pensará "antes que pegarme un tiro yo, vuelo el Parlamento". Triste nuestro vivir de ovejas.

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