Historia del eremita, primera versión de
Escuela de mandarines, seguramente la obra cumbre de la historia de la
narrativa murciana y la mejor obra de Miguel Espinosa (Caravaca de la Cruz, 1926-1982), ha sido
publicada por la editorial ciezana que dirige Fernando Fernández. El libro, que
se pondrá a la venta el próximo lunes 29. La publicación incluye, como
apéndices, una breve pieza titulada ¿El bufón y el príncipe' y un texto sobre
filosofía política de los mandarines. Con el título que verá la luz la semana
que viene, llega por primera vez a los lectores la versión primera -compuesta
entre enero de 1954 y diciembre de 1956, cuando el autor apenas tenía 30 años-,
que difiere sustancialmente de la definitiva.
El editor Fernando Fernández nos da alguna de las
claves del próximo lanzamiento
—¿Qué
puede esperar el lector de Escuela de
Mandarines de esta versión primeriza, Historia del Eremita?
—Aun a sabiendas de
que las dos difieren sustancialmente, el lector de la obra definitiva tendrá
ocasión de ver cómo Espinosa inició el mundo mandarinesco, y cómo el autor con
30 años ya tenía madurez literaria para llegar a ser un escritor tan singular y
uno de los mejores de la literatura española del siglo XX. Este texto puede leerse independientemente de
Escuela de mandarines y conforma temas propios que no podemos leer en la, hasta
ahora, única versión publicada.
—¿Miguel Espinosa pensó en esta versión para
publicarse?
—Estoy seguro
que si el autor viviera, estaría de acuerdo en publicarse en estos momentos y
descubrir para el lector la magia de una obra que tardó en terminar 18 años.
—¿Qué títulos contendrá Biblioteca Irremediable?
—Es todavía
pronto para dar a conocer los títulos que publicaremos pero pueden estar
seguros que serán obras de mucha importancia para la literatura.
—Tras Historia del Eremita, ¿queda alguna obra
sin publicar del autor caravaqueño?
—Sí. Todavía
queda correspondencia, ensayos y otros textos.
—¿Presentará Alfaqueque la obra en Caravaca de la Cruz?
—A finales de
noviembre tenemos previsto presentar el libro. Haremos otras presentaciones en
Madrid y Murcia. Y más adelante
pretendemos llevar la obra por diversas universidades.
—¿Quién ha diseñado la portada?
—El artífice
de la misma es el pintor José Lucas, aunque Alfaqueque ha contribuido también
en ello.
—Miguel Espinosa ha cobrado fama como un autor
difícil, ¿qué diría de él al lector que no lo conozca? ¿es Historia del Eremita
una buena oportunidad de introducirse en su universo?
—Efectivamente,
creemos que esta primera versión de Escuela de mandarines llegará a aquel
público que todavía no se ha atrevido a leer al autor caravaqueño y, la mayoría
de nuevos lectores, tendrá ocasión de convertirse en espinosianos.
Adelanto de Historia
del Eremita
«—¡Mirad!
¡mirad! La muchacha baila.
Y todos
miramos; y vimos a la muchacha bailar en la lejanía, sobre una colina, con el
pelo suelto. Y era de admirar el ensimismamiento de sus ademanes, pues bailaba
para sí misma.
—¡Oh loca! ¡Oh loca! —dijo la gentecilla.
—¡Oh loca! ¡Oh loca! —dijo la gentecilla.
Y el cabeza
rapada exclamó:
—Esta necia
acabará por perderse; porque ha nacido para ello.
Después de esto, salí al campo, camino de mis montañas. Como fuera otoño, sentí melancolía, y recordé mis tiempos de enamorado de la Tierra; me encontré como en esos años mozos, libre ya del trato con los hombres. La irritación, el rubor y la ternura, comparecencias sociales, parecieron tranquilizarse, y cedieron a mis antiguas aficiones de solitario, ahora renovadas.
Después de esto, salí al campo, camino de mis montañas. Como fuera otoño, sentí melancolía, y recordé mis tiempos de enamorado de la Tierra; me encontré como en esos años mozos, libre ya del trato con los hombres. La irritación, el rubor y la ternura, comparecencias sociales, parecieron tranquilizarse, y cedieron a mis antiguas aficiones de solitario, ahora renovadas.
—¡Oh padre! —dijo
mi corazón—, ha llegado la hora.
Y mi alma dijo:
—¡Oh padre! Por
fin vuelvo a la infancia.
Y mi ser
concluyó:
—¡Oh hijo!
Porque tornas a lo que te es propio, experimento el roce con la sustancia
que origino.
En el campo me
vi como criatura recién hecha, lejos de los vocablos; tan lozano y nuevo, que
decidí saludar a las cosas que están ahí.
—¡Oh cosas!,
presencia del día y de la noche —dije—, a vosotras vengo; recibidme como la
patria al viajero, y como los padres al niño.
—¡Oh eremita!
Este es el camino que a tus montañas lleva respondieron—. Síguelo, parvulito».
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