martes, 28 de agosto de 2012

Cleopatra, de Stacy Schiff

Jolie, Cleopatra inspirada en la biografía de Schiff
"Es digna de alabanza la mujer generosa con su hacienda; no así la que es generosa con su cuerpo!, Quintiliano.
Quien escribió sobre Cleopatra fue hombre y romano (o adulador de los romanos) y, en muchos casos, lo hicieron siglos después con un método deficiente: "los autores clásicos se muestran indiferentes a las estadísticas y, en ocasiones, incluso a la lógica; sus relatos se contradicen unos a otros e incluso a sí mismos. Apiano descuida los detallos, Josefo, la cronología, Dión prefiere la retórica a la exactitud. Las lagunas son tan regulares que parecen deliberadas; diríase, casi, una conspiración de silencios" [...] A falta de hechos, se recurre a los mitos, que cual termitas devoran la historia".

El lugar de la mujer en la sociedad romana y en la egipcia y en la aristocracia macedonia cambia (¿las mujeres Ptolomeo beneficiaron el culto a Isis o tuvieron tanta libertad por el previo culto a Isis?): "Hay dos puntos que la extraña y terrible historia ptolemaica no debería eclipsar. Si Berenices y Arsínoes fueron tan crueles como sus maridos y hermanos, fue en buena medida porque poseían un poder inmenso [...] Cleopatra se crió, además, en un país que entendía el papel de la mujer de forma singular. Ya tiempo atrás, siglos antes del advenimiento de los Ptolomeos, las mujeres egipcias tenían derecho a concertar sus propios matrimonios [...] Se estima que hasta un tercio del Egipto ptolemaico pudo haber estado en manos de mujeres".
Busto encontrado en Alejandría que podría pertenecer a Cleopatra
La historiadora Stacy Schiff (a la que pertenecen las citas de su biografía Cleopatra: una nueva mirada a la deslumbrante vida de la reina que sedujo al mundo antiguo) nos presenta a Cleopatra días antes de que apareciera ante César, hábilmente retrocede a los comienzos de la dinastía, a sus primeros años, a las relaciones entre Egipto y Roma, la situación de Roma, cómo éra Alejandría, para retomar el encuentro de Cleopatra con César: "a diferencia de lo que sugieren la imaginación masculina, cinco siglos de historia del arte y dos de las mayores obras de teatro de la literatura inglesa, lo más probable es que fuera vestida con una túnica larga ceñida y sin mangas. En cuanto a accesorios, no necesitaba más que el que solo ella entre todas las mujeres de Egipto tenía potestad para llevar: la diadema o cinta blanca que distinguía a los gobernantes helenísticos".
Cleopatra en la pared del templo de Dendera
¿Quién sedujo -si se trato de eso en un principio y no, como dicta la lógica, un cálculo político por ambas partes- a quién? Lo más probable es que Cleopatra fuera virgen antes de conocerse (su hermano y marido tenía 13 años), aunque no por mucho tiempo, ya que quedó embarazada del futuro Cesarión (aquí también entran las cábalas: ¿era realmente hijo del César? Al parecer él nunca lo dudó, pero no aparece en su testamento. En ese comienzo de la relación arriesgó más Julio César, alejado por muchos meses de Roma, donde todavía daba la Guerra Civil sus últimos coletazos. A la distancia, el audaz viaje de Cleopatra a Roma para presentarle a César a su hijo Cesarión tuvo más consecuencias negativas: Cleopatra era reina y diosa; Julio César fue dios después de muerto, ¿quería la pareja, como la acusaron, instaurar una monarquía romana? Nuevamente conjeturas.
Por lo que parece Cleopatra siempre se vio como la extranjera en Roma y tuvo un rival romano, brillante (no tanto como él pretendía), pagado de sí mismo y resentido, Cicerón (quien, como hizo con la Clodia de Catulo, destruyó su reputación): "¡Odio a la Reina!!, destila odio sin citar a Cleopatra. Nos queda su testimonio, las fabulaciones de Shakespeare, George Bernard Shaw, Thornton Wilder, la película de Mankiewicz y Elizabeth Taylor y la que preparan (basada en la biografía de Stacy Schiff) David Fincher y Angelina Jolie. Pero en este relato (entre las intrigas casi novelescas) destaca una reina que, pese a las sequías, alimentó (dentro de lo que cabe) a su pueblo, culta (nada tenía que ver la bárbara Roma con la opulenta Alejandría), audaz política (aunque los cálculos pudieran fallar: la muerte del otro hijo, ese sí nacido en Roma y sin dudas de la paternidad por parte de César) y mecenas de las artes. Stacy Schiff desmiente muchos de los tópicos pero no fabula, no crea unos nuevos: "No ha sido mi voluntar rellenar las lagunas, aunque en ocasiones lo he intentado. Lo meramente probable se queda aquí como tal, aunque algunas opiniones difieran de forma radical incluso a la hora de determinar grados de probabilidad. Tampoco he tratado de hacer verosímil lo inverosímil. En muchas partes he restaurado el contexto: es cierto que Cleopatra asesinó a sus hermanos, pero también que Herodes mató a sus hijos [...] Me he esforzado por rebajar los tintes melodramáticos de los últimos capítulos de su vida, cuyo recuento convierte en culebrón la más sobria d elas crónicas".

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