lunes, 24 de septiembre de 2012

Civilización, de Niall Ferguson: la hegemonía de Occidente y las claves del ascenso de China

"Cuando la Civilización reina en un país, se permite a la gran masa de la población una vida más amplia y menos agobiada. Se aprecian las tradiciones del pasado, y la herencia que nos han legado antiguos hombres sabios o valientes se convierte en un rico patrimonio para ser disfrutado y utilizado por todos. El principio central de la Civilización es la subordinación de la clase dirigente a las costumbres establecidas de la población y a su voluntad expresada en la Constitución", escribe Winston Churchill en 1938; y esta es la definición que prefiere Niall Ferguson en Civilización: Occidente y el resto.

Un término "civilización" que popularizó Kenneth Clark en una serie de documentales para la BBC.
Un libro de Historia que, además, es un ensayo que mira al presente y al futuro: ¿por qué sobre el 1650 el Occidente europeo se despega del Imperio Otomano y de China; y si actualmente se mantienen las razones de la superioridad de Occidente (o si esas razones, por ejemplo, los avances tecnológicos son válidos también ahora) o estamos en el fin de una etapa y el nacimiento de otra: la de la hegemonía China y la involución musulmana?

En la Introducción, la pregunta de Rasselas (publicada por Samuel Johnson en 1759): "¿Por qué medios... son los europeos tan poderosos?, ¿o por qué, dado que ellos pueden viajar a Asia y a África tan fácilmente por razones de comercio o de conquista, no pueden los asiáticos y africanos invadir sus costas, establecer colonias en sus puertos y dar leyes a sus príncipes naturales? El mismo viento que a ellos les lleva de vuelta nos conduciría allí a nosotros" (también se la planteaban los musulmanes; en 1731, Ibrahim Müteferrika: "¿por qué las naciones cristianas, que en el pasado eran tan débiles en comparación con las naciones musulmanas, empiezan a dominar tantas tierras en los tiempos modernos e incluso a derrotar a los antaño victoriosos ejércitos otomanos?").
Lo que distingue a Occidente, según Niall Ferguson, son seis "aplicaciones demoledora" (killer apps: designa a un programa informático que llega prácticamente a convertirse en un estándar universal para el uso que ha sido diseñado):
1. Competencia: una descentralización tanto de la vida política como de la vida económica, que sirvió de trampolín tanto a los estados-nación como al capitalismo.
2. Ciencia: un modo de estudiar, comprender y, en última instancia, transformar el mundo natural, que dio a Occidente (entre otras cosas) una importante ventaja militar sobre el resto del mundo.
3. Derechos de propiedad: el imperio de la ley como medio de proteger a los propietarios privados y de resolver pacíficamente las disputas entre ellos, lo que constituyó la base de la forma más estable del gobierno representativo.
4. Medicina: una rama de la ciencia que permitió una importante mejora de la salud y la esperanza de vida, y que se inició en las sociedades occidentales, pero también en sus colonias.
5. La sociedad de consumo: una forma de vida material en la que la producción y la compra de ropa y otros bienes de consumo desempeñan un papel económico central, y sin la que la Revolución industrial habría sido insostenible.
6. La ética del trabajo: un marco moral y un modo de actividad derivado (entre otras fuentes) del cristianismo protestante, que proporciona el tegumento que mantiene unida la sociedad dinámica y potencialmente inestable creada por las aplicaciones 1 a 5.
 
Provocador como en cualquiera de sus libros anteriores y artículos, en muchos momentos Occidente  para Niall Ferguson no es España (interesantísima su comparación entre la América inglesa y la española y por qué la primera prosperó en democracia y no la segunda: las diferencias entre un Bolivar y un Lincoln), Italia, incluso Francia, por no decir Rusia, como demuestra el hecho de que en una nota a pie de página considere los libros imprescindibles: "la Biblia, los Principia, los Dos tratados sobre el gobierno civil, la Teoría de los sentimientos morales y La riqueza de las naciones, las Reflexiones sobre la Revolución en Francia, El origen de las especies, el teatro de Shakespeare -si tuviera que elegir un solo volumen Niall Ferguson se quedaba con las obras completas de Shakespeare- y una serie de discursos escogidos de Lincoln y Churchill". A excepción de la Biblia, todos autores anglosajones.

No se olvida Niall Ferguson del racismo, el colonialismo (aunque encuentra más ventajas para los pueblos colonizados que inconvenientes), los gérmenes... Su relato es más matizado de lo que parece en un principio... y muy atractivo; como en el capítulo sobre la sociedad de consumo donde explica la derrota de la URSS porque no supieron fabricar pantalones vaqueros y música pop: "todo empezó cuando un joven John Wayne cambió los elaborados zahones con flecos de cuero de las primeras películas del oeste por los senvillos vaqueros que llevó en La diligencia (1939)...". O, como señalaba el filósofo Régis Debray en 1986: "Hay más poder en la música rock, los vídeos, los vaqueros, la comida rápida, las cadenas de noticias y los satélites de televisión que en todo el Ejército Rojo". Pero Jruschov no llegó a entender el anhelo de la juventud y decía de los Beatles: "La juventud de la Unión Soviética no necesita esa basura cacofónica. De los saxofones a las navajas automáticas solo hay un paso".
En Trabajo se pregunta sobre la validez de las reflexiones de Max Weber en su ensayo La ética protestante y el espíritu del capitalismo e indaga el porqué la religión casi ha desaparecido de la Europa cristiana pero florece en Estados Unidos (e incluso, lo más destacado para él, ha crecido en Asia y sobre todo en China: "actualmente hay unos 40 millones de cristianos protestantes en China, mientras que en 1949 había apenas medio millón". Algunas estimaciones sitúan el máximo aún más alto, en 75 o 110 millones. Si añadimos los 20 millones de católicos podría haber hasta 130 millones de cristianos en China. Hoy, de hecho, es posible que haya ya más cristianos practicantes en China que en Europa".
En Competencia reniega del Imperio por los estados-nación y se plantea los beneficios de la guerra: "En todo el periodo de 1500 a 1799, España estuvo en guerra con enemigos extranjeros el 81 por ciento del tiempo, Inglaterra el 53% y Francia el 52%. Pero esta constante lucha tuvo tres beneficios imprevistos. En primer lugar, alentó la innovación en tecnología militar [...] El segundo beneficio de la guerra casi constante en Europa fue que los estados rivales se hicieron cada vez más eficientes a la hora de recaudar los ingresos necesarios para pagar sus campañas [...]  Pero sobre todo, varias sucesiones de conflictos internos vinieron a asegurar que ningún monarca europeo llegara a ser lo bastante fuerte como para poder prohibir la exploración en ultramar":
Niall Ferguson cree que el mayor reto en el siglo XXI no es el ascenso (hasta hegemonía) de China, que considera inevitable, ni el islamismo que crece en el corazón de Europa, sino el desconocimiento de la propia historia de Occidente: "Quienes critican el eurocentrismo como si fuera un prejuicio desagradable tienen un problema: la revolución científica fue, desde cualquier perspectiva científica, totalmente eurocéntrica. Una proporción asombrosamente alta de sus figuras claves -alrededor del 80%- se originaron en un hexágono delimitado por Glasgow, Copenhague, Cracovia, Nápoles, Marsella y Plymouth, y casi todos los demás nacieron en un radio de 150 kilómetros de dicha zona".
En la Conclusión: los rivales hace primero unas reflexiones muy interesantes sobre las civilizaciones, si como piensan muchísimos historiadores la historia es cíclica (Paul Kennedy, Spengley, Toynbee), si la expansión lleva encadenado su futuro declive. "Si un Estado se fuerza demasiado estratégicamente... corre el riesgo de que los potenciales beneficios de la expansión exterior puedan verse superados por el gran coste que esta comparte" (Kennedy). Pero Niall Ferguson se pregunta "¿y si el colapso no tardara siglos en producirse, sino que golpeara la civilización de repente, como un ladrón en la noche? [...] Algunos teóricos llegan al extremo de afirmar que ciertos sistemas complejos son absolutamente no deterministas, lo que implica que resulta casi imposible hacer predicciones sobre su comportamiento futuro basándose en datos pasados [...] Como ha argumentado Nassim Taleb, en la primavera de 2007 la economía global había llegado a parecerse a una red eléctrica optimizada a la perfección. La relativamente pequeña sobrecarga representada por los impagos de las hipotecas subprime en Estados Unidos bastó para sumir a toda la economía mundial en el equivalente financiero a un apagón, que durante un tiempo amenazó con causar un completo colapso del comercio internacional":


Las seis "aplicaciones demoledoras" que elevaron a Occidente por encima de otras civilizaciones le sirven a Niall Ferguson para demostrar que el futuro pertenece (o casi) a China (consumir más, importar más, invertir más en el extranjero, innovar más), pero "¿el desplazamiento del centro de gravedad Mundial de Occidente a Oriente implica un futuro conflicto como predecía Samuel Huntington en su choque de civilizaciones". Aunque Niall Ferguson no lo descarta, adiverte de su gran defecto como profecía hasta el momento: "La mayoría de las guerras de las dos últimas décadas han sido guerras civiles, pero solo una minoría de ellas se han adecuado al modelo de Hungtington. Casi siempre, las guerras del Nuevo Desorden Mundial se han librado entre grupos étnicos dentro de una de las civilizaciones de Hungtington. Para ser más exactos: de los treinta grandes conflictos armados todavía vigentes o que hacia poco que habían terminado en 2005 -doce años después de la publicación del ensayo original-, solo nueve podía considerarse que se libraban en cierto sentido entre civilizciones, en cuanto que un bando era predominantemente musulmán y el otro no musulmán [...] donde dice choque de civilizaciones lease disloque de civilizaciones".
¿Y respecto a China? Si una unión ha funcionado hasta la fecha (aunque pronto a acabarse: el matrimonio entre un despilfarrador y un ahorrador): es Chimérica. Puede frustrarse el ascenso del dragón chino, según Niall Ferguson, por un envejecimiento de la población (por ejemplo, en su competencia con la India)  pero no cree que por las cuatro hipótesis que se barajan habitualmente: a saber: China no es un nuevo Japón (Japón podría compararse con Gran Bretaña, pero no con Estados Unidos: nunca fue creíble que Japón sucediera a EEUU); China no va a sucumbir al malestar social; la clase media no va a exigir una mayor representación política; ni China de momento se ha ganado la antipatía de sus vecinos de tal manera que estos busquen una coalición liderada por Estados Unidos.

Finaliza Niall Ferguson retoma la reflexión de Churchill ante las fuerzas bárbaras nazis y finaliza su ensayo:"La mayor amenaza para la civilización occidental no viene de otras civilizaciones, sino de nuestra propia pusilanimidad, y de la ignorancia histórica que la alimenta":


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