En Mátalos Suavemente (Killing them softly, 2012), aparece por primera vez Brad Pitt en su coche mientras suena Johnny Cash, The man comes around ( “… hay un hombre caminando por ahí apuntando nombres. Es él quien decide a quien liberar y a quién culpar. No todos recibirán el mismo trato”.) y esa película me interesa. Más aún las conversaciones entre el propio Brad Pitt y Richard Jenkins en su coche: su lógica criminal. Y los tonos grisáceos de la fotografía. Y las voces de políticos y analistas en plena campaña de las primeras elecciones que ganó Obama. Y la breve aparición de Ray Liotta. Pero sobre todo Brad Pitt que con su carisma llena la pantalla.
No me interesa para nada el personaje de James Gandolfini, tan encasillado como actor. Ni la mayoría de diálogos, que me producen un punto de irritación (un parloteo de tanto cine de gangster, pero en este caso para nada brillante). Pero lo que menos me interesa es la necesidad de Andrew Dominik de dejar en gran parte del metraje su sello de autor: imágenes a cámara lenta, esos movimientos de cámara que pretenden impactar y no lo consiguen. Ya me aburrí con la anterior película de Dominik, El asesinato de Jesse James por el cobarde de Robert Ford, e imagino qué podría hacer, o qué ha hecho ya, un Martin Scorsese (o un Ben Affleck) con un reparto que incluya a Gandolfini, Pitt, Liotta y Richard Jenkins.
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