miércoles, 17 de agosto de 2011

Hammerstein o el tesón: "el miedo no es una visión del mundo"

Kurt von Hammerstein no fue Durruti ni el resto de anarquistas españoles que habitaron "la ciudad de las bombas". Tampoco fundó esa religión laica en que se convirtió el socialismo científico. Este es el límite de la última novela de H. M. Enzensberger que, sin embargo, lleva un paso más allá el método utilizado, por ejemplo, en El corto verano de la anarquía: aquí novela a través de lo que dejaron escrito distintas personas sobre Hammerstein o la época que le tocó vivir (la República de Weimar y el ascenso de Hitler, fundamentalmente), bucea en los archivos de la República Democrática Alemana y la Unión Soviética; conversa con los Hammerstein sobrevivientes (el autor explica que es una familia que apenas habla de sí misma) y, también, con los Hammerstein (y otros personas/personajes secundarios) ya muertos.


Hammerstein y su familia despreciaron siempre a Hitler: el militar no era un demócrata, sino un noble prusiano (a la bellísima y también noble (y espía) rusa Ruth von Mayenburg le divertía que el Ejército Rojo pudiera tan siquiera imaginar que Hammerstein estuviese dispuesto a desertar), con unas hijas comunistas o filocomunistas. Escribe Enzensberger: "De los Von Hammerstein-Equord no salió un solo nacionalsocialista. No son muchas las familias alemanas que pueden decir lo mismo".
Si Hammerstein pudo participar de la "gran historia" fue en el momento previo al ascenso de Hitler cuando dudó, con otros militares (y esa figura ambigua -y gran amigo suyo- Schleicher), en arrestar a Hitler en 1933. Fue en la casa de Hammerstein donde se celebró la reunión secreta en la que el nuevo canciller alemán trasladaba a la cúpula del Ejército sus planes futuros. Al poco el barón Hammerstein abandona el cargo, pero sigue enterado de cuanto ocurre en el Ejército... y sus hijas también. Y aquí pasamos a la más interesante (aunque poco satisfactoria) línea de investigación: la vida de militancia de sus tres hijas y los secretos que pudieron dar a conocer a los rusos; las delaciones entre los propios comunistas; las purgas (al que delata años más tarde lo delatan... y asesinan); si realmente dieron a conocer algún documento de importancia (al parecer sí los planes desvelados en la reunión de 1933, aunque los comunistas tenían ya otra fuente); el pequeño papel de alguno de los hijos en el atentado del 20 de julio.
Kurt von Hammerstein (derecha)
Enzensberger advierte sobre los juicios que realizamos a posteriori sobre las personas que pagaron con su vida por sus errores: se refiere, claro, a los militares que participaron en el intento de asesinato el 20 de julio (y también a Hammerstein, muerto ya en aquellas fechas). Pero, como escribe Ian Kershaw en La dictadura nazi: problemas y perspectivas de interpretación, la mayoría que se rebeló contra el Régimen lo hizo cuando supo que todo está perdido. Aunque "el que estudie la lista de los que participaron [...] comprobará que aparecen más de diecisiete apellidos nobles, un número muy por encima de cualquier proporción demográfica. Con su resistencia pagaron los crímenes de muchos miembros de su clase".
Al final, el último capítulo, se titula Por qué este libro no es una novela: "Una comparación osada: procede de manera más análoga a la fotografía que a la pintura".
Con esta novela (que no es una novela, según el autor) entramos en el terreno de la polémica (interminable) Cercas-Espada entre fiction y faction. Ese recurso a hablar con los muertos que utiliza (con buenos resultados, creo) Enzensberger. Pero si el alemán llega un paso más allá que Javier Cercas, la última novela de este, Anatomía de un instante, resulta mucho más interesante que este Hammerstein, tan solo por el hecho de que, al fin y al cabo, Hammerstein no tuvo tanta importancia, fue una figura respetada pero marginal en el devenir de la Historia de Alemania.
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