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Bored to death
es una de esas series para las que los canales rivales -cuando campeaba
en solitario sin competencia- podían decir “HBO también se equivoca”.
Duró tres temporadas hasta que la cancelaron (no hubo final; lo que
quedó insinuado fue bastante bizarro) y cada vez surge una corriente
mayor (bueno, dudo que exista tal corriente si me exceptuamos, pero
quién sabe si la recuperan como Arrested Development, aunque en este caso mejor quedarse con el recuerdo) que piensa que el error fue cancelarla.
Creada por el escritor, periodista y bastante más Jonathan Ames, es la gran serie cultureta (deliciosamente cultureta,
escribí de su primera temporada), con menciones a Almodóvar y Rossy de
Palma y apariciones de Jim Jarmusch y bromas sobre enemas; en la segunda
temporada las referencias y bromas casi privadas son menores y en la
tercera pega un salto. Además de cultureta es muy “yo yo yo” (con
permiso de Lena y su Girls, la que más: no he visto Louis CK)
y en ese escritor con una sola novela que fue un éxito y en blanco para
la segunda que, entre calada de porro y calada, se convierte en
detective privado no dejamos de ver un trasunto del propio Jonathan Ames
con la cara de Jason Schwartzman (primo de los Coppola, habitual de Wes
Anderson…). Le acompaña el mejor Ted Danson que nunca he visto (enorme
en la tercera temporada) y Zach Galifianakis. Y actrices estupendas como
Kristen Wiig, Olympia Dukakis, Isla Fisher…
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