lunes, 13 de julio de 2015

España y Cataluña: historia de una pasión, de Henry Kamen

2014 quiso -y lo consiguió- el independentismo catalán que fuese una fecha señalada. Se cumplían trescientos años de la caída de Barcelona en la Guerra de la Sucesión, e historiadores, políticos,
periodistas, tertulianos varios... rememoraban la fecha como si hubiera ocurrido anteayer.
En ese año publica el historiador Henry Kamen España y Cataluña: historia de una pasión. Autor para quien "es una lástima que la historia de Cataluña haya sido inadecuadamente estudiada por los historiadores y sistemáticamente distorsionada por ideólogos, políticos y periodistas que, con mucha frecuencia, basan sus discursos en información poco fiable".

Para el historiador inglés, la creación de una cultura nacional (española) reconocible comenzó tarde, con el Desastre del 98, en ese momento, un número importante de intelectuales identifican España con Castilla y la lengua castellana, como reacción, la Renaixença que crea el catalanismo: "un intento de crear una nación que nunca había existido, y fue un esfuerzo consciente para saltarse las condiciones reales de un presente que a los dirigentes políticos no les gustaba: ocultando el castellanismo y los horrores de la moderna industrialización". De este primer nacionalismo se han asumido dos errores: que fuera esencialmente separatista y políticamente progresista. 
Comenzó tarde la creación (invención) de una cultura nacional española, y resultó incompleta (los signos más evidentes: un himno que es una marcha real, sin letra, la fecha de la fiesta nacional, la bandera); para Henry Kamen, "al contrario que España, Cataluña tuvo éxito -claramente- a la hora de autodefinirse (...) Fue un periodo en el que los pequeños nacionalismos nacieron por toda Europa, pero Cataluña fue única entre todos esos casos, y su éxito no se debió al idioma, a la cultura o a su economía, sino casi exclusivamente a un único ingrediente: el crecimiento y la prosperidad de Barcelona. Y la fórmula Barcelona/Cataluña avanzó firmemente  así pudo hacer frente a la otra gran identidad peninsular: Madrid/España".
No dedica Henry Kamen los primeros capítulos a la formación de este nacionalismo sino a desmontar algunas leyendas y mitos: las razones de la preeminencia de Castilla, el victimismo catalán a partir de Fernando el Católico, qué querían y qué pretendían los rebeldes de 1715, ¿cuánto eran? ¿hubo represión contra el pueblo catalán?, ¿fue Cataluña alguna vez una nación? ¿guerra civil entre catalanes?
El último capítulo, "Ficciones del nacionalismo", analiza brevemente las promesas de "liberación": las estadísticas, el futuro económico, la heterogeneidad de la sociedad catalana...
A pesar del tono de desprecio evidente hacia ciertos "seudohistoriadores" que no se molesta ni en citar, y a pesar también de que los artículos han sido, en sus palabras, escritos a vuela pluma, un ensayo importante en estas fechas. La independencia, en una entrevista en ABC, «No es un pecado mortal separarse pero, ¿Qué ganas haciéndolo? ¿Qué ganas? Mi opinión es que no ganan absolutamente nada, y por ese motivo he hecho este libro».
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