jueves, 14 de mayo de 2009

Bukowski

“Tenía cincuenta años y no me había acostado con una mujer desde hacía cuatro. No tenía amigas”. Así comienza la novela Mujeres de Charles Bukowski (1920 - 1994) y continúa en esta línea hasta el final.
Aunque al acercarse el verano nos prometamos leer novelas que, bien por su complejidad bien por su extensión, quedan reservadas para periodos ociosos, lo cierto es que acabaremos prefiriendo aquellas que leer debajo del aire acondicionado; en la sobremesa si ya hemos visto la del oeste ; y de noche cuando no apetezca salir.


Quién no ha dejaría de lado el Ulises de Joyce y se engancharía a la última de aventuras que encontráramos en la librería.
Porque el verano saca en nosotros ese desconocido ansioso de viajes exóticos, hazañas insospechadas, un romance que añorar el resto del año... La lectura, entonces, nos colma de riesgo, misterio y amor. Arturo Pérez Reverte puede ser un excelente guía para acercarnos a los clásicos del género (y clásico no significa tostón) como Emilio Salgari, Rafael Sabatini y Alejandro Dumas.
Las historias de detectives, las de investigadores de células grises como Poirot o las de duros como Sam Spade o Marlowe, también son una buena elección.
Sin embargo, subscribiendo las opciones anteriores, quiero hablarles de Bukowski: hace unas semanas vi Factotum del noruego Bent Hamer, autor de una marcianada llamada Kitchen stories (2003): a un hombre le pagan para estudiar sus movimientos en la cocina, trabajo del que se encarga otro hombre subido a una silla alta como de juez de tenis. Factotum fue la segunda novela de Bukowski, antes ya se habían hecho dos películas con sus escritos: Ordinaria Locura de Marco Ferreri en 1982, y El Borracho, con guión del propio Bukowski y Mickey Rourke bastante creíble en el papel de Chinaski (más por lo menos que Matt Dillon).
Pero voy a hablarles del Chinaski escritor, cuya obra (de títulos tan sugestivos como La senda del perdedor o Escritos de un viejo indecente) descubrí hace ya algunos veranos. Cuando alguien me pregunta de qué van sus libros contesto, sin dudarlo, de borracheras y sexo (más que de alcohol y mujeres).
La mayoría de sus novelas y cuentos tienen como protagonista a Henry Chinaski, alter ego de Bukowski. Conocemos a Chinaski desde su nacimiento en una familia alemana que emigra a Los Ángeles, el envés del Sueño Americano, padre en el paro, madre maltratada, la calle como jungla. La senda del perdedor, título apropiado para esta novela autobiográfica que nos muestra la infancia adolescencia y juventud del protagonista en los años de la Depresión y la Segunda Guerra Mundial.
Cartero narra una época en la que Chinaski busca un trabajo estable. Pero, como no acepta las jerarquías y la burocracia alienante, es despedido una y otra vez. Siempre está borracho buscando bronca, gasta su dinero en las carreras de caballos... Finalmente, decide comenzar una novela.
En Mujeres le llega el éxito: recitales de poesía, buenas críticas, ventas... y, sobre todo, decide desquitarse de largos años de obligada abstinencia sexual. Para mí, Mujeres y Cartero son sus mejores novelas.
Estas y otras novelas y cuentos, como Hollywood (una mirada al mundo del cine), Pulp (homenaje a la novela negra, concretamente al Halcón maltés) o Erecciones, eyaculaciones y exhibiciones están editadas por Anagrama.
Las páginas de Bukowski constituyen un fresco en el que vemos reflejados los hábitos de una parte de la sociedad norteamericana de su época: la generación beat se recrea ante nuestros ojos, no sólo los Kerouac o Burroughs, sino innumerables escritorzuelos ; los recitales de poesías ; las revistas underground ; fiestas rebosantes de alcohol y anfetas ; la liberación absoluta del hombre mediante la doble experiencia del sexo y las drogas... No obstante, hay poco en común entre un escritor beat y Bukowski: su escritura es siempre directa, huye de los viajes, de la metafísica. Estaría más cerca de Celine.
Para hacernos una idea de qué nos encontraremos cuando abramos un libro de Bukowski, basta esta receta de Neil Baldwin : “Tomar una porción de Hemingway, añadir una dosis de humor (del que Hemingway extrañamente carece, mientras Bukowski es un virtuoso), mezclar con un puñado de hojas de afeitar y varios litros de vino barato, luego una o dos gotas de ironía, agitar bien y leerlo al final de la noche: así tendrá el auténtico sabor Bukowski”. Salud.

Bukowski, sobre alcohol y drogas



Bukowski cuando encuentra un bar donde escribir

Votar esta anotación en Bitácoras.com

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenísimo el post. De acuerdo con que hay que tomarse esas lecturas casi como un deber, que luego se tornará en placer. En 3º de carrera tuvimos un profe muy muy beat y muy muy marica que fue mi gran pasión esos años, y estaba obsesionado con esa literatura. Me obligué a leer "On the road" y "Pulp" en v.o. y me hicieron los ojos chiribitas, tuve que volver al cabo de los años y entenderlos mucho mejor siendo más vieja y más ¿sabia?.
Súper interesante el tema de las pelis. Como siempre, un currazo de blog y tú un crack.

Andújar