sábado, 29 de agosto de 2009

Hombres niños


Camino por México y Anthony Blunt ya es uno de los Apóstoles de Bloomsbury. Poco después yo me encuentro en una cantina del Oeste y Blunt, por su parte, se ha convertido en espía soviético. Unas horas más y estoy hasta las narices de China y Polinesia y al «pobre» Blunt lo ha desenmascarado Margaret Thatcher.


Levanto la vista del libro Anthony Blunt. El espía de Cambridge (la fascinante biografía escrita por Miranda Carter) y observo en todo su «esplendor» PortAventura: hay padres resignados que suman al dineral de la entrada los abusivos precios de los Starbucks y otras franquicias. Vacaciones de pobres que intentan hacer feliz a su camada y que jamás gozarán de la oportunidad de ver la Gran Muralla auténtica. «Cincuenta mil personas», le comenta una empleada a otra. Y yo una de ellas que se pregunta dónde diablos se ha metido. Además están los guiris: los hombres con el pecho desnudo (hábito innecesario y muy propio de ellos) y, las mujeres, tapadas (costumbre también innecesaria y que extrañaría al persa de Montesquieu). Me asombran estos niños-hombres o estos hombres-niños. «No crecerán», me digo. «Su vida se asemeja a un parque de atracciones». ¿O es la mía? Pronto se celebra el Creamfield, otros veintiún mil niños-hombres que fingen que el futuro no ha pasado ya y los ha dejado atrás. «Por lo menos consumen drogas», sigo diciéndome mientras abandono PortAventura. Allí los chanclis almerienses también van sin camiseta, y con el pelo cenicero además. Regreso a Caravaca y en la autovía no encuentro ninguna de las antiguas ventas. Hubo un tiempo en que soñé un mundo repleto de Zaras y McDonald’s, ahora me conformo con que la ensaladilla del Self Service no me infecte de salmonelosis. Y también con haber descubierto el último chiringuito de la Costa Brava donde una bella argentina sirve cócteles de fruta recién exprimida. Su risa argentina (creo que será la única vez que pueda utilizar lo de «risa argentina») y el regusto a daiquiri es lo único que quiero rememorar de este asqueroso verano.

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