sábado, 5 de septiembre de 2009

Mal de ojo

Las brujas no acaban en los libros de Caro Baroja. Perviven en la actualidad y se crecen cuando hay crisis. En Caravaca, que conozca, cuatro mujeres rezan el mal de ojo. Sobre todo a tiernos infantes, y es la abuela o el abuelo el que los lleva: «Por rezarles no va a pasar nada». Y tienen razón y pregunto a mi familia si alguien tuvo esa deferencia conmigo. Y no fue así y corro a la bruja como corro al doctor en busca de prozac. Rituales para superar el final del verano y un invierno que se presume gélido. Fallidos todos los remedios «como de andar por casa» del Gobierno, sólo queda que el Presidente y el Primado de España encabecen una procesión con la Pilarica. Y, si no funciona, la Virgen al río de cabeza. O Zapatero. O el Obispo, total. Claro que hay otros amuletos: miren al señor Cayo Lara tan ufano con su insignia republicana cada vez que va a palacio: cuando llegue la Tercera, España será Jauja. O Cuba: donde tal vez el señor Lara haya tenido unas vacaciones prohibitivas para los votantes de su partido. Si en vez de Cuba prometiera cubanas (y cubanos) para los currantes, su popularidad aumentaría, pero de momento ofrece un vulgar pin como bálsamo. Luego están los otros, estos son los malos, claro, chamanes que venden las sustancias prohibidas en bares y parques. También han aumentado sus ventas… y bajado levemente los precios. Podrían decir como el Tego: «Nosotros no vendemos si usted no se la mete». Pero la ansiedad y el miedo aumentan el consumo, y si no eres funcionario o político (o ex político que estos días vemos que se colocan, colocar de encontrar trabajo, muy bien), lo más probable es que tengas una de los dos. Felicidades a los calasparreños por sus fiestas y a la Guardia Civil por la droga que ha incautado en el municipio… aunque no dejo de sentir lástima por el que tuviera hecho su pedido y ahora le toque rascar pared: seguro que nadie le rezó el mal de ojo.

PD. La próxima visita del Papa, otro lenitivo: se vuelve a la religión, como se vuelve a la tribu y sus bandas callejeras. Qué difícil puede resultar estar tan solo en este siglo. 
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