miércoles, 17 de julio de 2013

Marca Kate Moss



No levantó la Estatuilla Audrey por su interpretación en My Fair Lady. Se la arrebató Julie Andrews (Mary Poppins). Ironías de la vida: de Julie Andrews, que hizo de Eliza Doolittle en teatro, se dudaba como actriz pero no como cantante; y Audrey no logró el Oscar porque la voz del musical de Minnelli fue la de Marni Nixon…, pese a que la Hepburn, unos años antes, cantaba estupendamente el Moon River apoyada en la ventana de Desayuno con Diamantes.

Es un hecho que se repite en el cine: el cuerpo desnudo de Janet Leigh en la ducha de Psicosis pertenecía a una stripper de Las Vegas; las piernas de Pretty Woman que seducían a Richard Gere no eran las de Julia Roberts ni Natalie Portman bailaba en Cisne negro… A nadie le importa: los actores desde siempre han cumplido la función de proyectar nuestros propios sueños dentro y fuera de la gran pantalla: a Ingrid Bergman no se le perdo
nó (hasta Anastasia) su infidelidad con el director Roberto Rossellini y a Rock Hudson se le obligó a ocultar su homosexualidad… Ocurre algo parecido con los músicos: ¿cantaban realmente las Spice Girls? ¿son playback los conciertos de Madonna?
Desde los años 90, las top model han sustituido a actores y cantantes y, entre ellas, Kate Moss, con su aire de niña de los suburbios y su identidad Cyborg  (“los individuos ya no tienen otra elección que entre una vida intercambiable y, por tanto, estilizada, con looks cambiantes y un coaching permanente, y una vida no estilizada pero que no vale nada", Christian Salmon -reseña de Kate Moss Machine). En el centro de la prensa británica, desde su proceso de transformación de waif (niña abandonada) a wild (asalvajada), la última es la contratación de una doble de cuerpo, de nombre Natalie Morris. A los 40 años, Kate Moss ya es más una marca que una persona. Podrían generla por ordenador, como soñaba el director Andrew Niccol con su presentadora virtual en Simone: se acabaron las jaquecas, las exigencias del estrellato, las primeras arrugas...
En el fondo, como contó Dominguín de Ava Gardner, más que acostarse con ella, importaba contárselo a los amigos. Como en su anuncio para la marca Valisere: "There is only one Kate": viejita, con unos kilitos de más, enyoncada, criogenizada como Walt Disney...

La voz Marnie Nixon en West Side Story en lugar de Natalie Wood



Moon River, por Audrey Hepburn


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