El miércoles 25 unos vecinos de Bullas alertaron a la Policía Local de que algo sospechoso ocurría en el camping de La Rafa. Como resultado de esta delación, se detuvo a un hombre con una plantación de marihuana que, o fuma en cantidades industriales o las produce para su venta.
Delatamos a los camellos, a los extranjeros con la cara más oscura que la nuestra, pero no hacemos lo mismo con el jefe que paga en negro y estafa a los demás contribuyentes que cumplen con Hacienda; en el País Vasco los vecinos ven quien escribe goras a ETA, quien toma, o tomaba, direcciones para pasárselas a los asesinos; escuchamos tras el asesinato de una mujer a manos de su pareja a la vecina o al vecino (¡hipócritas!) diciendo que ya se veía venir, que escuchaban los gritos y porrazos a través de las paredes, que era inevitable que la mataran. Delatamos como miserables cuando no nos va la vida, o el qué dirán, en ello.
No todo el mundo tiene el talento de Elia Kazan para justificar su delación a sus antiguos compañeros comunistas en una obra maestra como La ley del silencio. Pero espero que los concienciados de Bullas también lo sean con el cazador furtivo, el que alimenta la economía sumergida, el que le pega a la mujer o a los hijos... Tal vez, pero el detenido en Bullas era de Lorca, quizá en no ser del pueblo esté la clave.
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