viernes, 1 de octubre de 2010

Four lions, donde no llega Zohan

Cuando ves Four lions del británico Christopher Morris piensas en los amigos musulmanes que descubren la identidad de Zohan e intentan contactar con cualquier grupo terrorista de la Yihad.



Aunque por el nombre no lo parece, como el director o los guionistas no sean de origen musulmán van a tener muy complicado que no les caiga una condena islámica. No dejan títere con cabeza: dos de los protagonistas comparten media neurona; el viejo está directamente loco (con inteligencia propone volar una mezquita londinense para enfadar a los musulmanes que pensaran que ha sido cosa de judíos o cristianos, pero, inmediatamente después graba un vídeo reivindicando el atentado) y ficha a un rapero musulmán que imita a Tupac. El más normal se equivoca con un bazoca y vuela su propio campamento en Afganistán... La estupidez de la célula islámica es sangrante: llevaba tiempo sin reírme tanto.
Eso sí, los cuatro o cinco blancos que aparecen en la película también son estúpidos. Sólo hay que ver la escena de los francotiradores. Aunque el final del blanco y el hermano del terrorista es durísimo: el hermano es un musulmán que produce asco (la barba adecuada, no entra en la habitación de su hermano porque está su mujer, pero condena la violencia (la mejor escena: cuando la mujer del hermano comienza a dispararle con una pistola de agua).
Todos parecen sacados de un episodio de Little Britain.
Sin embargo, al espectador nos produce inquietud lo parecidos que son a nosotros: la mezcla de estupidez, tecnología y fanatismo... Hablan de videojuegos, películas, canciones, programas de televisión, como cualquier grupo de amigos. Por las ropas sabemos que económicamente no deben andar bien, pero éste no es el motivo de los atentados.
El medio listo engaña a uno de los sin neuronas; el loco vuela a otro que ha decido no suicidarse... Todo con un "es la voluntad de dios que los excusa" de asumir sus actos.
Escenas como el suicida en un restaurante de kebab, la de cómo pretenden burlar los satélites norteamericanos o los piques entre musulmanes anglos y paquis son desternillantes. Y en el final: ríes por no llorar.
Zohan criticaba a judíos y musulmanes pero ridiculizaba mucho más a estos últimos (la mejor frase de la película es cuando un musulmán se queja de que en Estados Unidos los odian y un israelí le responde que a ellos también los odian porque físicamente se parecen a los árabes). Pero el humor inglés, como en la ya mencionada Little Britain o en Extras.









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