Evidentemente no hablo de España (cualquiera de los candidatos socialistas enfrentados van a perder luego contra los populares en Valencia, Murcia y Madrid), sino de Ed Milband, nuevo líder laborista británico, y de los candidatos del movimiento Tea Party.
En el primero de los casos, para que Milband derrotara a su hermano fue necesario un apoyo mayoritario de los sindicatos, es decir, el sector más izquierdista dentro de su partido que si copó tantos años el poder fue precisamente por continuar las políticas de Thatcher. ¿Pero qué queda de la cultura de los sindicatos en Gran Bretaña? Si ya en los 80 y en los 90, para el público de fuera, las películas de Loach o Frears, eran como un réquiem a ese forma de vida; treinta años más tarde nada queda. Milband deberá mantener el apoyo de los sindicatos en las Generales, pero también el de las clases medias liberales.
Asunto parecido, que está empezando a quitar el sueño a republicanos como Karl Rove en relación al movimiento Tea Party. Poco a poco sus candidatos están venciendo en las Primarias a los candidatos oficiales: el militante republicano es mucho más conservador que el simple votante, y los mejores candidatos para los militantes no tienen por qué serlo para los votantes. Con el descenso en las encuestas de Obama (aunque ha empezado a hacer cambios en su Gabinete) los republicanos pueden controlar de nuevo el Senado. Sólo les queda que los candidatos del Tea Party sean capaces de seguir manteniéndose como un grupo conservador que se dice alejado de la elite de Washington, pero sin pasarse en su discurso de odio.
Las Tea Party y la victoria de Milband hacen que en sus partidos resurga la esperanza, pero escorarse mucho a la izquierda o a la derecha puede quitarle esos votos de las personas normales (no quiero utilizar de "de centro") que, al fin y al cabo, suelen ser mayoría. Aunque silenciosa.
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