sábado, 4 de diciembre de 2010

Kapuscinski Non-Fiction


Hasta hace unos años (aunque ya voces habían alertado sobre lo poco que tenía que ver África con Ébano) se tomaba a Ryszard Kapuscinski como el mejor reportero del mundo. Tras la biografía de Artur Domoslawski, Kapuscinski Non-Fiction, tendremos que reconocerlo como uno de los mejores literatos del siglo XX pero no periodista.

En Polonia se ha convertido en un bestseller sobre todo porque abunda en sus relaciones sentimentales, las delaciones que el periodista hizo de compañeros de profesión, en los mensajes cifrados que enviaba a los órganos del Partido desde África, Portugal o la América española a la vez que las crónicas que nuestros mayores leían. Esto evidentemente puede tener importancia para los ciudadanos que vivieron en regímenes comunistas o para los españoles en la cincuentena. A los demás es probable que nos deje indiferentes (qué importa ahora si espió por arribismo, por ideología o, como parece en el caso de Kundera, delató al amante de la mujer que quería).

Sin embargo, sus licencias poéticas deben alertarnos de los riesgos que ahora y antes sufre este oficio de periodista. El mayor, tiene un nombre: «nuevo periodismo» desde Hunter S. Thompson hasta García Márquez, pasando por Mailer o Wolfe. Incluso de la última y premiada novela de Javier Cercas ha escrito Joaquín Estefanía: «Inaugura otra época del nuevo periodismo, marcada por la mejor escritura y la exactitud del dato». Ninguno de lo que ha hecho los citados autores es periodismo, más bien literatura, que cada cual juzgue la calidad. Habrá quienes como Leonardo Sciacia consideren: «la idea de que la literatura es la única forma de conocimiento posible de apropiarse de una realidad que, a su vez, se funde cada vez más con la literatura».

Sin necesidad de leerse Kapuscinski Non-Fiction ya adivinábamos que en El Emperador tomaba como fuentes (alguna ahora sabemos que falseadas) cercanas a Haile Selassie pero el estilo era el suyo. Cristo con un fusil al hombro (con su mítica portada) en la actualidad produce vergüenza ajena, mientras que Ébano continúa siendo una maravilla, aunque sea más el Macondo de Márquez que la África. Empiecen por él, continúen por su maravilloso discurso (se encuentra en Internet) cuando recibió en 2003 el premio Príncipe de Asturias y, si les queda tiempo y prefieren cotilleos diferentes a los de la televisión, finalicen con este Kapuscinski Non-Fiction. Muy bien escrito, además.

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1 comentarios:

Anónimo dijo...

Resulta curiosa la osadía del “periodismo de clic” (dícese de la pràctica que consiste en construir textos a base de cuatro búsquedas en Google y un vistazo en diagonal de la Wikipedia). Internet proporciona munición (demasiadas veces mojada) que el “periodista-ratón” se encarga de perpretar olvidando las reglas que le deberían haber enseñado en la redacción (o en la facultad, si ha pasado por la universidad). Unos cuantos datos mal digeridos y peor contrastados servirán para construir memeces globales en una Red que se lo traga todo. Señor Parra, ¿en qué página de ‘Kapuscinski Non Fiction’ (KNF) se dice que ‘Ébano’ sea ficción o, según sus propias palabras, que “sea más el Macondo de Márquez que la [sic] África”? Señor Parra, ¿en qué capítulo Domoslawski entierra Kapuscinski como periodista tal y como da a entender su escrito? Señor Parra, ¿de dónde ha sacado que K. trabajó en Portugal? ¿Y de dónde saca que a la España de los cincuentones llegasen las crónicas de K.? (¡Anagrama publica su primer libro (‘El Sha o la desmesura del poder’) en 1987! Y no sé si se ha dado cuenta que en la España tardofranquista (¿quizá es a la que se refiere cuando habla de cincuentones?) los escritos de cualquier periodista de un país del Este no tenía buena prensa (en realidad, ninguna gracias a la censura). Puedo llegar a entender que pretenda ‘matar al padre’ (en su caso Thomson, García Márquez, Mailer o Wolfe), lo que resulta imperdonable es que lo haga a base de imprecisiones (en el mejor de los casos) o falsedades de segunda mano (¿el periodista-ratón se emborrachó con tanto clic?). En fin, le felicito porque ha conseguido un buen ejemplo digital sobre el viejo adagio: “No dejes que la realidad te estropee un buen titular”. La próxima vez que quiera hablar de K., de Domoslawski o de cualquier otro periodista, le aconsejo que lea algo más que la cubierta o la contraportada del libro. Y aunque a veces den miedo con tantas páginas, con un poco de paciencia llegará al final. Será entonces cuando podrá sacar conclusiones y, según su afán de protagonismo, hasta las querrá compartir con otros.
Atentamente,
Jesús Medina (txusmedina@gmail.com)