lunes, 10 de enero de 2011

Cañizares en Caravaca



Éste no es un comentario sobre el Año Santo, sino sobre su resaca. Las palabras de Cañizares, Primado de España. Sus 66 años (¿ampliarán a los curas la edad de jubilación?), el incienso embriagador, tal vez le hicieran pensar en que era Cisneros reencarnado y soñaba con nuevas campañas bélicas en el norte de África. O como si fuera Belluga reclutando tropas para los borbones. Porque en la rueda de prensa posterior a la clausura y en un delirio continuado habló del arrianismo, de los concilios de Toledo, la función evangelizadora de España (no citó a Menéndez Pelayo, pero su sombra estaba allí) y finalmente terminó recordando a “sus” mártires de “nuestra” Guerra Civil y sobre cómo salvamos a Europa del comunismo, no habló de reserva espiritual de Occidente (tampoco citó a Franco, pero su espíritu también estaba "presente" como José Antonio). A la Iglesia le ha dado por hablar de laicismo radical (hace dos días su palabra favorita era “relativismo”). Cómo llamamos entonces a la Iglesia que representan torquemadas como Reig Pla o Cañizares. O Munilla, que ha pedido castidad frente a la violencia machista (me da a mí que la la violencia tiene mucho que ver con la represión sexual y nbo al revés... y con la pederastia la represión sexual, pero que de eso hable algún cura).
Ayer Bernard-Henri Lévy escribió en El País un acertado y necesario artículo titulado Salvar a los cristianos de Oriente. Pero con la jerarquía actual la Iglesia poca comprensión puede esperar de las mujeres, los jóvenes, los homosexuales, los que perdieron la Guerra y los que no participamos pero a los que nos parece ridículo y hasta indignante con la que está cayendo en el mundo que sea tema de café, de gin tonic o de vino dulce de la Cruz (suplicio el del vino dulce que todo visitante, ilustre o no, tiene el mal trago que pasar).

Foto: Enrique Soler
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