lunes, 28 de febrero de 2011

Borges, el Nóbel, los Oscar 2010

Como Borges y el Nóbel («Aunque cuando te fijas en quién lo ha ganado…¡Shaw! ¡Faulkner! Aun así, lo aceptaría. Me siento codicioso») no obtener el Oscar acabará por verse como signo de distinción.
El crítico David B. Wikeson recuerda que Bailando con lobos ganó en el año (1990) de Uno de los nuestros; Forrest Gump en el de Pulp Fiction y El paciente inglés (tan desesperante que con su nombre «un paciente inglés» se bautizó un porro con la particularidad de que hay que hacérselo en el mismo cigarrillo) en el de Fargo. Así que los perdedores de este año pueden consolarse de no pertenecer al club. 

Además, qué esperamos de los Oscar: no es una gala en la que se vaya a dar una oportunidad, por ejemplo, a La soledad de Jaime Rosales. Todo lo más, al aumentar las candidatas, un mayor número de espectadores habrá descubierto Winter’s bone. El 2010 fue mejor que 2009: ese año todo el interés radicaba en que un antiguo matrimonio se disputaba el Oscar.
Así que hablaremos de lo que finalmente ha sido:
- La consagración de Natalie Portman (Leon, Beautiful girls y Cisne negro) y la oportunidad de que a Colin Firth no le recuerden más que fue el Darcy de Orgullo y prejuicio (versión BBC).
- El paladar estropeado de los académicos: una anoréxica, un tartamudo y un yonquie (durante el rodaje de El tesoro de Sierra Madre Bogart amenazaba con actuar sin la dentadura postiza cuando veía que Huston le robaba las escenas) han sido los tres premiados.
- La apuesta por el clasicismo: El discurso del rey, La red social y Valor de ley, tres buenas películas que narran historias sin muchas complicaciones.
- La impostura del indie: ¿con un reparto y un final como los de The Fighter o Los niños están bien puede hablarse de cine independiente?
- Los intentos Aronofsky y Nolan: dos directores que todavía creen en la virtud del plano y del montaje, dos realizadores capaces de contar una película sin palabras.
- Que todavía se consideren los dibujos animados como cine de segunda.
- La ganadora: El discurso del Rey, tiene unos excelentes diálogos e interpretaciones, pero al guión le falta picante. Inglaterra, 1940. ¿Su mejor hora? Eduardo VIII, rey traidor; la relación entre Jorge VI y su padre; ¿tendría que ver la tartamudez con un deseo inconfesado de ser Rey?, Wallis Simpson; los discursos de Churchill leídos por un actor… ¿Verdad, mentira? Peter Morgan y Stephen Frears fueron capaces de sacarle mucho más partido a Isabel II. Aquí la única con salsa es Helena Bonham Carter, quien, a diferencia del «plebeyo» de su marido sabe que hay clases y clase.
- Lo guapos que son James Franco y Anne Hathaway… y también lo sosos. Ya que los norteamericanos se han rendido a los británicos podían haber presentado la ceremonia Matt Lucas y David Walliams (Little Britain), con ellos ni el pezón de Janet Jackson ni las bromas de Gervais: la colonia hubiera declarado la guerra a la Isla.
- Como he indicado, este ha sido un buen año de cine Hollywood, aunque creo que nos encontramos con la necesidad de buscar una película que defina la década, como la anterior en música pudo ser para Merryweather post pavillion de Animal Collective, pero la música y el cine están tan fragmentados, incluso el propio concepto de obra maestra, que resulta imposible: Apocalypto no logró ningún Oscar, Olvídate de mí, el mejor guión original, y Punch drunk love también fue despreciada. Aunque Zuckerberg pueda ser el Kane/Hearst del siglo XXI, la obra maestra ya tan solo es un anhelo.
- Aaron Sorkin fue premiado por La red social. Además, en 2012 vuelve a la televisión con HBO… y esto son palabras mayores. Y no la noche de los Oscar.
PD. Todavía no entiendo por qué The last airbender se llevó el Razzie. Entretiene igual o más que El discurso del Rey. Hasta podían haberse intercambiado premios.
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

estoy de acuerdo en algunas cosas y en otras te percibo demasiado cruel.. pero bueno,, la crítica es así.. jeje

un beso C.

dam

kuro dijo...

Buena tésis post-oscar. Necesitamos más cien en las venas.

Saludos Jaime.