En los últimos meses en esta columna no he dejado de criticar a la clase política. O de mostrar una indiferencia peligrosa, como si viviéramos en Cambalache. Rouco Varela, Belén Esteban, Zapatero, ¿en qué se diferencian? Y me repetía mentalmente viejos himnos: «voto útil, mayoría real, vota a nadie».
Poco se alejaban mis artículos de la división «vieja y nueva política» en la que tan cómodos se movían comunistas y nacionalsocialistas cuando esperaban rematar la democracia liberal.
Pretendía una democracia trescientos sesenta y cinco días al año (no uno cada cuatro), un sistema electoral que no calque el turnismo; un Estado no convertido en rancia Iglesia que se arroga el derecho de decidir qué es bueno y malo para nuestro cuerpo y mente; una rebaja en la edad de voto ya que, si se castiga al menor como adulto, por qué no puede votar… Una serie de imposibles. Así que mi ideal era la abstención masiva o un «gobierno de los peores». En una «España Antonio García» (ex de Moratalla), cuánto tardarían nuestros «jóvenes airados» y nuestros «viejitos indignados» en empequeñecer las revoluciones árabes…
Pero el descrédito de los gobernantes tratados en conjunto como una casta ajena a la realidad del país y preocupada de su propia supervivencia, en nada va a mejorar la política. Además de resultar injusto: qué necesidad tiene la candidata de IU en Cehegín, María José Rodríguez, de presentarse. O la futura diputada socialista Magdalena García. ¡Hasta los veteranos Jesús Navarro y Domingo Aranda podrían dedicarse a algo más lucrativo» (iba a escribir «productivo» pero me estoy quitando).
«Gobernar no consiste en resolver problemas, sino en hacer callar a quienes los plantean». ¿Pero los ciudadanos desarrollamos proyectos o huimos de la política como de la lepra? ¿De qué sirve tanta queja si elegimos al más cínico o al tonto del pueblo? Debemos conceder que todos los políticos no son como Andreotti (arriba citado), que no son intercambiables. Por las mismas, los periodistas seríamos Ana Rosa o Mariñas… Y la mayoría no cobramos tanto.
El descrédito de la política va parejo a la indiferencia de la sociedad. Tan responsables somos unos como otros.
5 comentarios:
No creo que siempre los gobiernos son el reflejo de la sociedad que los elige.
Opino que los partidos políticos españoles tienen gran parte de culpa en la destrucción de la decencia y la ética. Han dinamitado la división de poderes,fomentando el bipartidismo; los cargos electos no representan a los ciudadanos sino al partido y a sus jefes, lo que pervierte el sistema, mientras que el partido tiene poderes casi ilimitados y los ciudadanos han perdido su derecho a votar libremente, ya que son obligados a votar las listas que los partidos eligen.
Los políticos españoles, desde el poder, han ofrecido a la sociedad un ejemplo denigrante de lo que representa una falsa democracia: concursos públicos trucados, subvenciones a los amigos, listas negras de personas y empresas represaliadas, compra de votos con dinero público, amiguismo, nepotismo, clientelismo, despilfarro, desigualdad, injusticia, arrogancia y otros mensajes depravados que han tenido un efecto devastador en la sociedad, convenciendo a los ciudadanos que ser honrados y decentes en España es un "mal negocio".
Seguimos con ese miedo que nos ha dejado por herencia 40 años de dictadura y termimos siguiendo el consejo de nuestro dictador:..."haga usted como yo, no se meta en política"
Lo mejor, vivir cuanto más mejor, muy alejado de esta manta de mierda llamada Política y "sus" políticos. Da igual, ya da igual. Ahora votar a uno o a otro va a ser por joder al contrario, únicamente.
En este país, no merece la pena ni votar y eso ya es triste y grave.
No kuro, lo trite y grave es no hacer nada.Yo me niego a omitir un acto por el que se ha luchado tanto en este pais (y ni te cuento las mujeres), no quiero dejar en manos del monopolio economico y politico la direccion y el sentido de mi vida.
Luego nos pasa lo que nos pasa, que siempre se dice que la izquierda es mayoritaria en España, pero NO se moviliza frecuentemente, así que sólo tiene buenos resultados cuando hay mucha participación. Por el contrario, la derecha vota en masa y fielmente, sin faltar ni una sola vez.
Si queremos cambiar las cosas debemos ir a votar, TODOS. Creo que solo asi podremos cambiar las cosas. Solo así podemos erradicar esta casta perniciosa de políticos corruptos que son como una plaga de langostas sobre nuestros escasísimos recursos. Su voracidad es tal que cuando ya no tienen donde echar mano se comportan como los antiguos señores feudales condenando a sus súbditos a la miseria con impuestos abusivos. Solo les falta decretar el derecho de pernada, lo demás se lo han apropiado todo.
Por eso hay que ir a votar.
Lo ideal serían las listas abiertas pero tenemos lo que tenemos. Ellos se lo han diseñado a su medida y con un fuerte blindaje. Solo nos quedaría, desde aquí promover una iniciativa para cambiar la ley
Nota historica de esas que me gustan tanto, referente a algunos politicos honrados,lo siento, no he encontrado ninguna actual, asinqueeee me remito al siglo pasado jajajjajaj...y me acuerdo de entre esos nobles politicos, Don Miguel de Unamuno, que cuando entraron arrasando al grito de ¡Abajo la cultura! no le quedo mas remedio que renunciar a esta vida perra, por haber peleado tanto y saber que su lucha no sería valida teniendo en cuenta los enemigos con los que contaban.
Besos, Kuro, me encanta tu blog.
Y besos Jaime, tambien me encanta el tuyo, solo que a él, le conocí primero.
Conguita, descuída que no he dejado de votar nunca y seguiré empecinado (no sé si se dice así)en conseguir derrotar al enemigo.
Por las mujeres y hombres que creen que en la izquierda hay alguna solución a todo esto, por lo menos, tratemos de derrotar a la izquierda.
Descuída que iré a votar y me alegro mucho que te guste mi blog. Besotessssssssss, jajajajaja.
Cojonesssss. Vaya colada he tenido.
Quería decir, "Tratemos derrotar a la derecha".
Virgen que sopapo me ha dado al leer esto y no haberme dado cuenta.
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