jueves, 9 de junio de 2011

La guerra ha terminado: Ives Montand/Semprún


Con la muerte del escritor Jorge Semprún no sé por dónde empezar: me refiero a qué artículos leer: ¿el de Herta Muller, el de BHL?
Porque nunca he leído un libro suyo (y me parece que ya no lo voy a hacer). Empecé hace años el que ganó el Planeta, y me interesaba por todo el cotilleo. Pero su lenguaje, tan de otra época, me decía nada. Ha sido un prejuicio con los marxistas: utilizaban muchos palabros cuando podían haber sido más comprensibles. Mi amigo Harry lo intentó, llegó más lejos, pero el Semprún del Planeta, el Montalbán de siempre acaban irritándote porque uno no acaba de entender por qué el marxismo debe ser tipo la teología, solo para escogidos. Disfruto Montalbán detectivescto y, como escribo abajo, disfruto del Semprún guionista: pero el lenguaje marxista me repele. Cuando Montalbán escribía del Barcelona y también lo hacía Marías, no solo por ser del Madrid, pero Montalbán revivía una guerra que no era la mía.

Del Semprún guionista sí me he visto un par de películas: la estupenda Z, de Costa Gavras (también la Confesión, aunque no la recuerdo mucho), y la aun mejor La guerra ha terminado de Resnais, una película del 66 que, aunque no conozco bien los motivos de Semprún para abandonar a Carrillo y los suyos, creo que están aquí: el protagonista viaja a España y se da cuenta de que la realidad del país no es la que se imagina el exilio. El PCE todavía creía que una huelga general echaría a Franco del poder. La película es del 66, e imagino que en el ánimo de Semprún pesaría el disparate de enviar a Grimau a Madrid para que lo asesinaran los franquistas (sobre si Grimau fue o no torturador en la Guerra Civil, Carlos Rojas lo pone en sus Diez crisis del franquismo en boca de Semprún o de otro que abandonaron el PCE y que no entendían cómo con sus antecendentes Carrillo lo había mandado a España).
Con todo esto, y es un paréntesis, el peso de la resistencia antifranquista (o por lo menos que los españoles supieran que existía alternativa a Franco) la llevaron fundamentalmetne CCOO y el PCE; también fueron los primeros en hablar de reconciliaciónm (más todas las claudicaciones que hizo el PCE en la Transición por el bien de los españoles: se habla de UCD y del PSOE y de Carrillo como verso suelto: pero imagino que para el Partido Comunista debió resultar muy difícil, esas imágenes en silencio tras Atocha). Ya digo, con el marxismo mi problema es de lenguaje, no tengo el vocabulario necesario para entenderlo y, a excepción de Rosa Luxembugro, Trotsky, Bujarin o el mismo Lenin, parece que no era su función hacerse inteligible.

La película La guerra ha terminado tiene ese interés arqueológico: el exilio, las dudas de Montand de continuar con la inutilidad de la lucha o la familia; los que no han regresado hace más de treinta años y todavía pontifican. Buenos actores (además de Montand, Ingrid Thulin, Piccoli y Bujold) en una película que como casi ninguna ha mostrado el cansancio de una lucha que se presume inútil pero, por otro lado, no se puede dejar de luchar porque atenta contra la propia biografía. También tiene a Yves Montand en un papel que parece hecho para él.


PD1. Quizá fuera chovinismo el no intentar más tarde leer a Semprún. Era habitual en la prensa francesa: "el mejor escritor español escribe en francés...". Me arrepiento.


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