lunes, 23 de enero de 2012

El hacha justiciera (1932) ¿la mejor peli de Edward G. Robinson?

Cartel de la película
Un cortejo fúnebre recorre el Barrio Chino de San Francisco escoltado por la policía a caballo. Esta escena, que indudablemente Michael Cimino vio antes de hacer Manhattan Sur, abre El hacha justiciera (William A. Wellman, 1932). Una obra maestra que Wellman rodó cinco años después de ganar el primer Oscar de la historia por Alas (1927), película muda. Y en estos cinco el director se ha convertido en un maestro del sonido: no solo la música o los diálogos, sobre todo las campanas, el crujir de las puertas, una copa que se rompe... Ese diálogo (aunque resulte rara la expresión) entre silencio y sonido que convierte al director y al personaje interpretado por G. Robinson en un anticipo de los "héroes" que llegarán más tarde: finales de los 60, principios de los 70. Por la condición de asiático del personaje de G. Robinson y por los estereotipos que alimenta la literatura y el cine sobre Oriente: principalmente, la crueldad y la serenidad. Aunque casi como en ninguna otra aquí los silencios duelen. Así, la secuencia de G. Robinson y el padre de Loretta Young (también china) parece extraída de Grupo Salvaje y G. Robinson, Loretta Young y el amante de esta, frente al Buda, de Yakuza
G. Robinson interpreta a un sicario ("honorable sicario") de la mafia japonesa (el estudio que hace el guionista sobre la mafia nada tiene de ingenuo; ni tampoco de las profesiones a que se ven obligados a trabajar los chinos: algodón, carbón...) que usa como arma el hacha (como en The yellow sea) y se casa con una mujer (Loretta Young) mucho más joven que él. Desde que la toma ha su cuidado se ha americanizado y guardado el hacha.
Como es una película precode, los asesinatos se ven en la sombra en la pared; el sexo, adúltero o no, se funde en negro; puede consumirse opio... aunque en 2012 esa audacia no lo parezca en absoluto.
En pocas películas he visto a Edward G. Robinson tan bien como en El hacha justiciera. Quizá solo en Perdición de Wilder y en Perversidad de Fritz Lang. 

PD. Aunque en Hollywood funcionan los estereotipos respecto a los asiáticos, respecto a Asia hay una curiosidad y una atracción hacia sus costumbres... y sexual que, en parte ocurre, con los indios (los nativos norteamericanos) pero en ningún caso con los negros, bien norteamericanos o africanos. Para entendernos, un beso pueden dárselo un blanco y una asiática, pero no un blanco y una negra (y mucho menos al revés). Al igual que la caracterización de un personaje en asiático (sus detectives listos como Mr. Moto) por un norteamericano sí se produce, pero nunca o casi nunca se disfraza un blanco de negro a no ser para ridiculizar a los negros.




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4 comentarios:

Gonzalo dijo...

¡Gran post!
He visto esta peli hace poco y estoy de acuerdo contigo.
¿Por qué ya no hay actores como Robinson, Charles Laughton o Alec Guiness?
Para mi junto a las que tú mencionas siempre me ha encantado Robinson en El Lobo De Mar, Sammy Going South, y tantas otras. Una de mis preferidas, de todas maneras, es Pasaporte A La Fama. Ese film es el cielo para los robinsonianos, el gran Eddie haciendo dos papeles diferentes!
Un saludo.

Unknown dijo...

Gracias.
Me apunto Pasaporte a la fama, que no la he visto. John Ford y Edward G. Robinson debe ser insuperable.
Un saludo

Gonzalo dijo...

Si no has visto Pasaporte A La Fama tampoco esperes un clásico a la altura de lo mejor de Ford. Según dicen hizo ese film "por encargo". De todas maneras es una muy buena comedia con un Robinson autoparodiándose. Es una lástima que aparte de esta y otras como A Slight Case Of Murder no se prodigara más en la comedia.
Saludos.

Unknown dijo...

A slight case of murder también la vi hace poco: http://valordeley.blogspot.com/2011/10/slight-case-of-murder-la-vena-comica.html (me sorprendió ese final no moralista) que estoy completando las de G. Robinson de los 30 (fui de los que empezó a verlo con Fritz Lang o cuando Bogart lo mataba).
Es una lástima que no lo hubiera cogido el Wilder cómico que hizo Un, dos, tres con Wilder. Solo se me ocurre la de Sinatra con Capra: pero tampoco es un papel cómico.
Hasta los Ford que se desprecian como menores o de encargo son más divertidos que casi todo lo de ahora.
Un saludo