viernes, 21 de septiembre de 2012

GRAPO, Pactos de la Moncloa, caida del Muro de Berlín...

"A las 16:40 h del 9 de mayo de 1977, José María Bulto, de setenta y seis años, quedó completamente destrozado al explotarle un artefacto que unos desconocidos le habían adherido al pecho".
"A las ocho y media de la mañana del 25 de enero de 1978, el ex alcalde de la Ciudad Condal, Joaquín Viola Sauret, y su esposa, Montserrat Tarragona, permanecían en su dormitorio con el pijama puesto [...] Sin testigos, los asaltantes colocaron la bomba en el pecho de Viola, empleandotiras adhesivas y un correaje. La operación duró quince minutos. No habían acabado de colocar la bomba a Joaquín Viola cuando le condujero hasta la habitación a su espoa. "No, a mi mujer no". En cuanto los asaltantse salieron de la habitación, se escuchó una explosión mortal. Los agresores estaban todavía en el interior de la casa. Cuando emprendieron la huida escaleras abajo, uno de ellos tenía la cara ensangrentada, quizá quedó herido o simplemente le salpicó la sangre de sus víctimas".

Lo narra (con muchísimos detalles) Mariano Sánchez Soler en La Transición Sangrienta. O, en palabras de Vázquez Montalbán, "Cualquier movimiento excesivo o intento de desprenderlo conlleva la explosión y la muerte. La víctima se convierte en corresponsable de su propia ejecución. Y las víctimas cumplieron".
Asesinato, tortura y chantaje, lo define Mariano Sánchez Soler, estos atentados atribuidos al Ejército Popular Catalán o a Alerta Popular, las Brigadas Rojas Catalanas, Catalunya i Llibertat...
Los GRAPO, por su parte, asesinaron en 1979, su año más sangriento, a viente personas. Pero, a pesar de las palabras de Martín Villa, ministro de Interior de la epoca, proveniente del franquismo y ahora muy bien relacionado en el Grupo PRISA, "son muy pocos, pero ya me gustaría tener conmigo gente tan decididad". A pesar de sus palabras, pronto se debilitaron y dejaron de ser una preocupación para el empresariado español y los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado.
La desactivación de los GRAPO y cualquier otro terrorismo de clase (no étnico como el de ETA) explica en parte porque el empresariado español fue (es) el más rapaz de los que habitan en Europa.
Por las mismas fechas en que surgía un terrorismo de izquierdas, se firmaban los Pactos de la Moncloa: en 1977 la inflación alcanza el 40%. Los Pactos de la Moncloa, en palabras del sociólogo Isidro López, implicaban al PCE fundamentalmente y a los sindicatos legalizados al control de los salarios de los trabajadores (es decir, a su desmovilización). Unos pactos que para el ministro de la UCD, Fuentes Quintana (que alababa a los comunistas Carrillo, Julio Segura y Ramón Tamamames, culpables de los Pactos de la Moncloa), iban a suprimir las regulaciones sobre los flujos de capital y los mercados financieros e iban a hacer precario el trabajo del asalariado para minar su poder de negociación. Y: "abrían la vía de la incorporación de España a Europa; esto significaba que las elites capitalistas nunca más iban a estar solas frente a la población, sino que estarían arropados en un proyecto común junto a sus compadres europeos", dice Isidro López siguiendo a Fuentes Quintana. A continuación, ya en época de Solchaga, Boyer, la época del PSOE y la entrada en Europa, "España debía desarticular cualquier industria que pudiera competir con los intereses de Francia y Alemania [industrias además donde se daba la mayor conflictividad social], y tenía que privatizar las grandes empresas públicas de telecomunicaciones, energía y banca, dando entrada a capitales transnacionales. A cambio, la UE se comprometía a convertir a España en un gigantesco mercado inmobiliario y de consumo...".
La inoperancia de un grupo terrorista de clase, el GRAPO, un asunto local aunque en consonancia con otros terrorismos de izquierdas que surgen en Europa y en el mundo; la asunción primero del PCE y después del PSOE (con mucha más suerte los segundos) de los dictados de los restos del Franquismo (UCD) y de la UE para acabar con la industria española y a la vez con los conflictos de clase... Queda un tercer punto: la caída del Muro de Berlín y la asunción de que fueron las políticas económicas de Reagan y Thatcher (las de Milton Friedman) las que causaron la derrota del comunismo:
"El liberalismo económico absoluto se convierte así en el garante de las libertades: no solo aseguraría el más alto grado de prosperidad y de eficacia económica, sino que también impediría atentar contra la libertad con sus intervenciones reguladoras y compensadoras de los posibles defectos del mercado", escribe el historiador Georges Corm. Sin embargo, esto son solo palabras: al empresariado europeo y a sus políticos les helaba la sangre la posibilidad del Ejército Rojo, en primer lugar, sobrepasando Berlín hasta llegar a Normandía o las costas de Tarifa. Y también, sobre todo en Francia y en Italia, donde existió un poderoso partido comunista, que este venciera en unas elecciones y se crearan aquí nuestras propias Siberias. Con capital norteamericano se produce el milagro económico europeo que da lugar a la creación de un Estado del Bienestar incompleto, pero envidiado en muchos países. Derrotado el comunismo ruso, aplacados los sindicatos y los llamados partidos de izquierdas con sus migajas de poder (o todo el poder siempre que no toquen los fundamentos económicos que hacen enriquecer la empresa a costa de sus trabajadores) comienza a desmantelarse ese mismo Estado del Bienestar.
Desde que se derrotó al comunismo en el mundo; se firmaron los Pactos de la Moncloa y las condiciones de entrada de la UE y desde que no tuvo arraigo entre la población (como sí sucedió con el terrorismo étnico de ETA) un terrorismo de clase social... se inició la derrota de la clase trabajadora (que en España, depredador el gran capital, significa también la derrota de las clases medias y del pequeño empresario) hasta un punto que en el horizonte se adivina un sistema esclavista como en el Antiguo Egipto: sin que los burgueses tengan tan siquiera el buen gusto de construir pirámides para la eternidad.
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