miércoles, 31 de octubre de 2012

La información y el poder



«Quiero que las masas de Rusia sigan un modelo comunista de pensamiento y reacción […] Tenemos que abolir el individualismo», parece que le explicó Lenin a Pavlov en octubre de 1919 cuando visitó su laboratorio.
El científico (probable inspiración de la parodia Corazón de perro de Bulgakov), que despreciaba a los comunistas, colaboró con ellos y fue bien subvencionado. Como también son subvencionados los periodistas catalanes y, con su ayuda (como los comunistas y fascistas con la de artistas de toda ralea), instaurar el pensamiento único en Cataluña. El Gobierno de Mas dio 6,3 millones en 2011 a La Vanguardia por imprimir en catalán. En los últimos días la Generalitat ha regado de propaganda los medios catalanes: a los 1.270.979, otros 666.000 euros. ¿Quién no firmaría en este caso un editorial conjunto cuando medio de comunicación tras medio echa el cierre o despiden a la mitad de la plantilla? ¿Y quién no podría olvidar, o empequeñecer, el hecho de que ese Gobierno no paga a los farmacéuticos, apaliza estudiantes, vende quimeras…?
Otros periodistas, que procuran mantener la independencia (o ya no hay dinero para untarlos), se encuentran con que el político de turno no concede ruedas de prensa. Todo lo más, manda un par de declaraciones que no admiten quien las interpele. O responden a su periodista de cámara exclusivamente, que antes sabe qué toca y qué no toca. Empezaron presidentes, después ministros hasta descender en la cadena alimenticia a los alcaldes y concejales. ¿Qué hacer? ¿Recoger una información sesgada porque los lectores tienen derecho a saber? ¿Ignorarla porque cualquier declaración publicada sin posibilidad de réplica contribuye a difundir propaganda? Entre esos dos extremos se mueve el periodismo reciente.
Existe un largo trecho entre el proyecto totalitario de los dirigentes comunistas que prohibieron todos los medios cuando asaltaron  el poder, la gratificada prensa catalana y el Alcalde que no sabe, no contesta (o solo lo que le interesa). Pero en los tres casos una sociedad desinformada es imprescindible para perpetuarse en el poder.
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