viernes, 2 de noviembre de 2012

Blackwater, de Jeremy Scahill

Jeremy Scahill
El periodista Jeremy Scahill relata en Blackwater, por un  lado, el ascenso de esta compañía desde sus orígenes hasta la actualidad, con especial hincapié en la biografía y la religión y filosofía de su creador, Erik Prince; por el otro, el proceso que, durando décadas, se intensificó durante la presidencia de George Bush, Hijo, de privatización del Ejército estadounidense.
Nombres y apellidos, en Blackwater y entre los partidarios de "externalizar", que, sin problemas, pasan de trabajar de lo público a lo privado. Y viceversa.

Blackwater no es el único ejército mercenario, ni el más grande, pero "lo que resulta especialmente inquientante del "papel cada vez más generalizado" de Blackwater en particular es la cuestión del liderazgo derechista de la empresa, su cercanía con una gran cantidad de causas y políticos conservadores, sus intereses cristianos fundamentalistas y su naturaleza secreta, además de los profundos vínculos que mantiene desde hace largo tiempo con el Partido Republicano, el ejército y las agencias de inteligencia estadounidenses. Blackwater está convirtiéndose con gran rapidez en uno de los ejércitos privados más poderosos del mundo y varios de sus más altos mandos son fanáticos religiosos radicales, entre ellos, algunos parecen creer que están librando una batalla épica por la defensa de la cristiandad".
El relato de Jeremy Scahill pivota sobre dos hechos que aumentaron la intensidad de la segunda Guerra iraquí: el 16 de septiembre de 2007, mercenarios de Blackwater asesinaron a diecisiete civiles en la plaza Nisur de Bagdag; antes, un 31 de marzo de 2004 cuatro mercenarios de Blackwater fueron torturados y asesinados en Faluya. Las imágenes grabadas dieron la vuelta al mundo. "Aquel fue, en la guerra de Iraq, el momento que Mogadiscio representó para la intervención estadounidense en Somalia, pero con dos diferencias cruciales: los hombres asesinados no eran militares estadounidenses, sino mercenarios, y, a diferencia de lo acaecido en Somalia en 1993, Estados Unidos no se retiró del país, sino todo lo contrario".
En su mayoría, la prensa de EEUU y los políticos (salvo honrosas excepciones) trató el asunto como la muerte de unos trabajadores ("contratistas") sin informar de la naturaleza de su trabajo. Además, tras una reacción mesurada, en principio, del Ejército, pronto se tomó por asalto Faluya, lo que dio lugar al verdadero comienzo de la guerra, ya que derrocar a Sadam apenas supuso desgaste para las fuerzas de ocupación.
Quizá el mayor éxito de Blackwater haya sido que en cualquiera de las crisis que pudieron haber hundido a la compañía (los mercenarios no debieron entrar en Faluya, donde no se atrevía el Ejército; eran cuatro cuando la propia compañía señalaba el número necesario para repeler un ataque como de seis mercenarios...) le ha reportado contratos más suculentos, leyes aún más fáciles de esquivar.
El 27 de junio de 2004, un día antes de que el gobernador Bremer abandonara Iraq firmó el decreto conocido como Orden nº 17; decreto que garantizaba la inmunidad frente al Gobierno iraquí de todos los mercenarios que trabajasen para Estados Unidos. Y en la práctica tampoco se les ha juzgado en Estados Unidos cuando han asesinado a algún civil en Iraq (en la Navidad de 2006, por ejemplo, un guardia de Blackwater asesinó al guardaespaldas del vicepresidente iraquí).
Blackwater se fundó en Carolina del Sur como un lugar de entrenamiento "integral" para cuerpos y fuerzas de seguridad, tanto públicos como privados; en Iraq comenzó protegiendo a los funcionarios como Bremen, con la catástrofe del Katrina se desplegó en suelo norteamericano, en la frontera con México, se ha ofrecido en múltiples ocasiones como un ejército capaz de trabajar para la ONU en lugares como Sudán, entre sus miembros hay mercenarios que torturaron en Sudáfrica o Chile...
Poco después de los asesinatos de la plaza Nisur, Erik Prince dijo: "¿Qué como puedo dormir? Porque estoy a gusto y sé lo que estamos haciendo. Hacemos lo correcto, así que, a parte de eso, nada me preocupa. Duermo el sueño de los justos. No me siento culpable".
Naomi Klein, No Logo, escribe sobre la investigación de Jeremy Scahill: "éste es el ibro más importante y apasionante que podremos leer en años sobre los estertores agónicos de la democracia estadounidense, y todo un triunfo del periodismo de investigación". Con Blackwater y otras compañías mercenarias, y sus vínculos con el Ejército y los servicios secretos, se cumple el vaticinio de Eisenhower.
Blackwater, el auge del ejército mercenario más poderoso del mundo ha sido publicado en edición de bolsillo por Booket.

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