Meredith Haaf |
«Si el Muro cayera hoy, nos
conformaríamos con enlazar la transmisión en directo», escribe la alemana
Meredith Haaf (1983) sobre su generación (cuya juventud transcurre entre la
unificación y el 11S) yonki de los medios («me comunico luego existo»), postoptimista
como la llama, incapaz de tener fe en grandes proyectos sociales y políticos.
Una generación que no se identifica con la democracia pero sí con el sistema
capitalista (a la pregunta de la revista Neon "qué harías para cambiar el mundo"
la primera respuesta fue boicotear tal o cual marca o producto; la sexta y última
involucrarse en política.
Un temor vago al futuro y una
nostalgia por una infancia sobreprotegida (a pesar de rondar los treinta años).
En la Alemania
de Meredith, a finales de la década, dos tercios de los estudiantes creían que
las oportunidades de ascenso social no son las mismas para todos pero dudaban que la intervención conjunta pudiera ponerle remedio.
La ensayista contrapone Alemania,
donde la protesta es burguesa (más parques, menos aeropuertos ruidosos…) a
España o Portugal, donde la realizan jóvenes y precarios. Pero, por uno que
protesto frente al Congreso, que acudió a la huelga general de marzo, que
asistirá a la del 14 de noviembre o a la marcha regional contra la precariedad y
los recortes, ¿cuántos nos hemos quedado en casa siguiéndolas por twitter o
facebook, todo lo más enviándoles a nuestro contactos fotos de esa carga
policial, de aquel desahucio, del sueldo del banquero corrupto o del empresario explotador? Dejad delloriquear. Sobre una generación y sus problemas superfluos, de Meredith
Haaf (publicado por Alpha Decay), además de una incisiva radiografía, se
convierte en una llamada a la acción política… en tiempos de descrédito de la
política y de abandono de la solidaridad social.
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