Un 20N tuvo el ex presidente Zapatero la feliz ocurrencia de convocar elecciones; ese 20N los españoles tuvieron la feliz ocurrencia de votar a Rajoy. De Guatemala a Guatepeor.
Recién cumplido el Año Mariano cabe hacer un somero repaso de sus ministros: uno de Justicia solo para ricos que con sus leyes sobre el aborto nos lleva al medievo. Una Ministra de Sanidad y sus remedios de herbolario que, en el medievo de Gallardón, la quemarían en la hoguera por proponer hechizos como cura. Otro de Exterior que hace el ridículo en la defensa de los intereses de las empresas españolas en Argentina pero, raudo, acude al rescate de uno de los suyos, de Nuevas Generaciones, en Cuba. Un Ministro de Interior, émulo de Felipe Puig, que receta el jarabe de palo mientras nos cuenta sus dudas existenciales acerca del matrimonio homosexual; una Ministra de Empleo que espera que, con rosarios a la Virgen de Fátima, descienda el paro; un Ministro de Economía, calificado por el no precisamente progresista Financial Times, como el peor de los de su especie en Europa; un Ministro de Educación y Cultura que ha traído las formas de los tertulianos a la política (o llevó las formas de la política a las tertulias, que me confundo)...
Y si descendemos hasta la Región de Murcia nuestro Valcarcel ha decidido en esta su ¿última? legislatura ser el Presidente más andariego de la democracia (por andariego, entiéndase en coche oficial y con todas las comodidades del cargo). Y dejaremos nuestra comarca del Noroeste para la próxima, que ellos no celebran su Año Mariano, aunque la política local se mueve entre bostezos y salidas de tono (dos caras de la nada).
Alégrense, pronto saldrán a la venta las memorias de otro ex presidente, Aznar (mi regalo de Navidad para ese primo que me cae tan gordo), y descubriremos que su primera opción para sucederlo en el cargo fue otro presidente, el de Bankia, que le negó dos veces. Una más y hubieran plagiado lo de Jesús, San Pedro y el Gallo.
Alégrense, alegrémonos, podríamos vivir peor: en Gaza, por ejemplo.
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