jueves, 8 de noviembre de 2012

La Huelga y Los Cien Mil



El 14 de noviembre, huelga. Ni de sexo (lo único por lo que todavía no todos pagan) como en Lisístrata ni a la japonesa (no más beneficios para un patrón que no reinvierte). Huelga General: una para el PSOE, otra para el PP: la doble cara del capitalismo feroz que ha arruinado a la clase trabajadora y a la pequeña y mediana empresa (quienes realmente crean riquezas) mientras las leyes que promulgaban estos partidos parecían paridas por promotores corruptos y capitalistas adictos al ERE. Salvando las distancias, como si una ley contra la violencia machista la dicta el maltratador y una para el reconocimiento de las víctimas de terrorismo se la encargaran al etarra De Juana Chaos.

Más de 500 desahucios al día en España; apuestas de cuándo se superarán los cinco millones de parados.

Una huelga por necesidad y por dignidad, tomando ejemplo de los protagonistas de La Sal de la Tierra (Herbert J. Biberman, 1954): hombres, mujeres, españoles, extranjeros, jubilados, estudiantes… Una huelga española, pero también portuguesa, griega, italiana… con la solidaridad de los hermanos de América, que protestarán frente a nuestras embajadas.
De joven creía en un par de cosas respecto a la huelga: en la efectividad solo de una revolucionaria, de todo o nada, paralización del transporte con sabotajes incluidos. Los años, las canas, me han quitado esta idea. Cruzarían la frontera de nuevo los Cien Mil Hijos de San Luis a restaurar en el trono a Fernando VII. La otra creencia era en la Internacional, solo una Huelga Mundial, o Europea, puede torcer el brazo de los que gobiernan exclusivamente para el gran capital (y para mantenerse en el poder). Y aún confío en que, como una mancha de petróleo, «ese espectro que se cierne sobre Europa» se contagie al centro y norte. O, como cantaba Leonard Cohen: «First we take Manhattan, then we take Berlin». Pero empecemos el 14 recuperando los españoles España.

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