jueves, 13 de diciembre de 2012

Alan Turing


Hidrogenesse, con el retrato de Alan Turing

«Despierta Alan…», envueltos en una nube de electrónica escuchamos a Hidrogenesse rememorar la figura del científico británico que la revista Time considera entre las cien más importantes del siglo XX.

Alan Turing
Se cumple este 2012 el centenario del nacimiento de Alan Turing en una Europa en la que, con escasa fortuna, los científicos ganadores del Premio Nobel se han movilizado para que no se recorte más en investigación (la ciencia, una de esas seis aplicaciones demoledoras que para Niall Ferguson dieron a Occidente la ventaja sobre el resto de civilizaciones). Y, en España, además del disco de Hidrogenesse (que se escuchó por vez primera en el SOS murciano), y de algunos blogs dedicados a su figura (El País publica uno excelente) y libros como El hombre que sabía demasiado, de David Leavitt, poco ha trascendido de una figura trágica cuya historia, una vez conocida, difícilmente se olvida.
Padre (o profeta) de la inteligencia artificial, sus hallazgos permitieron descifrar el código nazi Enigma y, con él, adelantarse los británicos a cualquier movimiento de Hitler. Después de la guerra, héroe condecorado con la Orden del Imperio Británico, pero un ex amante intenta robarle, y al héroe se le aplica la misma ley victoriana que a Oscar Wilde. Condenado por sodomía en 1952, cárcel o castración… y elige esta última y luego una manzana envenenada: la tomó él de las manos de la madrastra Inglaterra que anteayer se disculpó.
Bill Joy, creador del lenguaje Java, alerta que con la unión de la red de ordenadores y la ciencia genética «podría surgir la tecnología que podrá desplazar a nuestra especie humana en pocas décadas». Una nueva configuración de nuestro mundo en el bueno y el mal sentido. Algo de lo que advirtió Alan Turing y que temía que rechazaran por sus gustos sexuales. De ahí su falso silogismo: «Turing cree que las máquinas piensan. Turing yace con hombres. Luego las máquinas no piensan».
Tantas portadas  dedicadas a políticos, futbolistas y modelos, una trinidad de la inutilidad, y ninguna para Alan Turing, que predijo nuestro presente y el futuro de nuestros hijos. Los periodistas contribuimos al retroceso de nuestra sociedad, pronto, con nuestra aquiescencia servil, aplicarán las mismas leyes que a Alan Turing. O que a Miguel Servet.

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