miércoles, 6 de febrero de 2013

Jane Austen en España



Un 28 de enero de 1813 apareció en Inglaterra un libro de autora desconocida, cuyo comienzo (“es una verdad mundialmente reconocida que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa”) es tan conocido como el del Quijote en España.
Solo que Orgullo y prejuicio aún se lee, se plagia, se pervierte; aún crea tendencias en apartados como la moda, hasta polémicas en vasos de agua (Lizzie Bennet cazazombies; el beso con Darcy en la versión paraEstados Unidos de Joe Wright...), se continúa por autoras de éxito (La muerte llegaa Pemberley de PD James), mientras que, no ya El Quijote, sino la novela decimónica española o las tramas ambientadas en el pasado, como Gran Hotel, apenas traspasan nuestras fronteras.

Las fronteras de España, porque el mercado de lo español parece vedado (con sus 495 millones de hablantes), como para la América de habla española se le cierra el de España. ¿Prejuicios? ¿Falta de una historia y cultura común que atraiga a los hispanohablantes y que se pueda exportar?
Mientras Gran Bretaña nos vende sus clásicos y, si no los tiene, crea nuevos (Downton Abbey, Pétalo Carmesí, Flor Blanca...), TVE a punto estuvo de no emitir la exitosa Isabel. Y para qué hablar de nuestros clásicos modernos como Alatriste o Víctor Ros.
El Instituto Cervantes o la Fundación Telefónica en sus informes económicos han señalado que la lengua “no solo es el gran tesoro cultural de España, sino también un importante renglón de la economía nacional y de la generación de empleo”, algo de lo que se han olvidado tanto en la Cumbre de Cádiz como en la de Santiago de Chile.
No conozco ninguna Jane Austen española (en Europa solo los diarios de la malograda Anna Frank me la recuerdan), pero en un país cuyo Gobierno le ha declarado la guerra a la cultura solo puede crecer como un cactus en el desierto.


Trailer del Orgullo y prejuicio de Joe Wright



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