domingo, 20 de octubre de 2013

Duke Ellington y mucho más en Anatomía de un asesinato de Otto Preminger

Raras veces, pero sucede: pulsar play y, mientras pasan los títulos de crédito, sabes que vas a ver una película especial.
Es el caso de Anatomía de un asesinato (1959): los títulos de crédito de Saul Bass (Vértigo, Psicósis, Seconds...); James Stewart (en un papel y una película que su padre consideraba de mal gusto), la morbosísima Lee Remick; dos actorazos como Ben Gazzara y George C. Scott; la dirección de Otto Preminger... y la música de Duke Ellington.

Un drama judicial (no es una de juicios a lo Testigo de cargo, con su sorpresa final; ni Veredicto final, aunque se acerque más a este última) en el que James Stewart defiende a un soldado acusado de asesinar al violador de su esposa. Sórdida como pensaba el padre de James Stewart, lo es. Con un ambiguo Stewart (y su mejor amigo borracho) y Lee Remick que en su vulgaridad se te queda su actuación clavada en las pupilas como en ningún otro papel suyo. 7 nominaciones a los Oscar en el año 1959 a una película que, para alcanzar la categoría de obra maestra, le sobra metraje.
Pero ésta fue una colaboración para Tímpanos y Luciérnagas que se quedó en borrador y nos interesa Duke Ellington del que solo tengo constancia que escribiera otra banda sonora: para Paris Blues, en 1961, por la que sí fue candidato al Oscar y que contaba las aventuras o desventuras de dos músicos de jazz en París.
Duke Ellington, sin acreditar, aparece en la película y se le une un James Stewart amante de la música jazz.
La banda sonora retrata muy bien a los personajes de la película y las escenas, como el saxo de Flirtybird representa a la perfección el carácter de Lee Remick
Otto Preminger, director que está a la altura de los más grandes (Laura, Cara de Ángel, El Cardenal, Éxodo..., aunque la comedia nunca fue su fuerte), siguió en El hombre del brazo de oro a un músico de jazz enganchado al juego y las drogas: Frank Sinatra. Obra de Elmer Bernstein, la dirigió en 1955, antes que Anatomái de un asesinato, sin embargo, la banda sonora no era completamente jazz. Como sí lo es en 1957, la que hace Miles Davis para Ascensor para el cadalso, banda sonora que comienza mi sección en el programa Tímpanos y Luciérnagas. Entre el 55 y el 59 (estoy suponiendo) debió apostarse por primera vez en el cine por bandas sonoras íntegramente de música jazz, porque músicos como Louis Armstrong ya aparecen en películas en los años 30 y las fascinación blanca por el jazz viene de los felices años 20.

James Stewart, Duke Ellington


Saul Bass/Duke Ellington


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