miércoles, 2 de abril de 2014

Nuestros hijos, al paso de la oca prusiana

"Todos los niños nacen artistas. El problema es cómo seguir siendo artistas al crecer”, aquella frase de Picasso podría tomarla prestada el Mikel Urmeneta, en cuya obra hemos descubierto influencias de los infantes caravaqueños (resulta sencillo encontrar en la Red dibujos del concurso infantil de Almorávides con cierta semejanza a su cartel: hay caballos, hay caballistas, está aquella mirada infantil).
Regreso a esta columna y extrañado descubro que los caravaqueños solo hablan de sus hijos. No del reciente informe PISA o de otro también reciente, el de Cáritas, alertando de la pobreza infantil en España. Caravaca forma parte de España; luego, en Caravaca hay niños que viven en la miseria y que, además, tienen dificultades para resolver problemas de la vida cotidiana.
Caravaca –a su manera- teme por el futuro de sus retoños. Y los bandos moro y cristiano los han soliviantado al decidir que el día 3 los niños desfilen al paso de la oca prusiana. Y no sé cuántos otros atentados contra la juventud que a sus respectivos presidentes les comienza a salir, no la barba típica de las fiestas, sino un bigotillo ominoso. Luego te lees –quien decida leérselas, claro, que no es obligatorio el leer- las ordenanzas y no parecen salidas de la pluma del Ministro de Interior del PP –o de Santa Teresita, que al parecer le habla al oído y va a interceder por los caravaqueños, que también somos españoles aunque desde hace un mes parezca que nuestro reino es de otro mundo.
La semana que descubrimos que nuestros hijos, todo ellos, son artistas que necesitan expresarse en libertad –esperemos que no con el libertinaje del vasco Mikel que cuelga –marrano- fotos desnudo en la Red- nuestras autoridades festeras los encuadran para desfilar -¿se considera desfilar una de esas habilidades problemáticas para nuestros retoños, según PISA?- como si los preparasen para un putsch cervecero. 

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