jueves, 12 de marzo de 2015

¿El fin de las mayorías "a la búlgara" en el PP?

Pedro Chico acompañado de dirigentes comarcases del PP
Los congresos del PP deparan mayorías “a la búlgara”, expresión que según la Fundéu BBVA,
“empezó a usarse para aludir a decisiones tomadas por disciplinada unanimidad, a veces con más votos que votantes, como se dice que sucedía en las reuniones del Partido Comunista Búlgaro”.
Deparan.. aunque esa unanimidad, se resquebraja; nos habla más elocuentemente de su temor a que los apeen del poder que cualquier encuesta. Y las encuestas alimentan ese temor. 

Intrigas palaciegas las hubo siempre  -descabalgar con la ayuda de la prensa al Presidente de la Comunidad de Madrid- pero no tanto hacerlas luego públicas.  No hay que alejarse de esta comarca, lo vivido en en el PP de Bullas ha resultado insólito: notas de una parte del PP criticando a la otra, contranotas y envío de documentos que confirman a una de las partes.
La desavenencia se gestó al principio de la legislatura, cuando Pedro Chico la comenzó, con gran destreza verbal, insultando a los perroflautas, los suyos -los de Bullas- y los del resto de España. Prometió además ochocientos puestos de trabajo. No sé si alguien tomó en serio la promesa. Pero finaliza el mandato y parte de sus compañeros comienzan a rumiar: “tantos años  casi tocando el cielo y en tan solo cuatro nos devuelven a la tierra”. Una legislatura que se resume en la de los 800 puestos de trabajo y la de los perroflautas no pasará a la Historia. Así que buscan una candidata con más posibilidades de ganar. Y comienzan las intrigas palaciegas. Aunque al parecer Pedro Chico tiene más trato con el señor del palacio que Paqui Caballero, la concejal propuesta por el Comité Local del partido.
Si vencen en las elecciones municipales, cabe suponer que ya buscarán la forma de restañar las heridas. ¿Si las pierden? ¿Se producirá un cisma en el PP local?
Cuando no se toca el cielo ni por unos escasos cuatro años, el cisma llega antes. Por ejemplo, en el PP de Calasparra, donde muchos de sus jóvenes -aunque desde la distancia no hablaría de el alma liberal del Partido Popular- han engrosado -probablemente creado- las filas de Ciudadanos en la localidad. 
Hasta ahora en la política española, el PP, de cara al público, mostraba la disciplina de los antiguos partidos comunistas: el temor a perder el poder, a no llegar a alcanzarlo teniéndolo tan cerca, empieza a romper la  unidad. Además, quién competía con ellos por los votos: ¿VOX? De Ciudadanos, en cambio, incluso si llevase un programa similar, no se puede afirmar, que es lo que ocurre cuando en las noticias aparece el PP- “algo huele a podrido en Dinamarca”. 
Una situación inédita para el Partido Popular que, sin embargo, es la norma en los otros partidos: todos los que se presentan quieren un trocito de cielo y si creen que sus méritos no valoran o que donde se encuentran no lo consiguen, se arriman a la vela que más alumbra.
Basta recordar el Partido Socialista de Caravaca de la Cruz, antes y tras las pasadas elecciones. Y los movimientos que, por despecho o convicción, puedan hacer los próximos días quienes se queden fuera de las listas electorales, tan trabajosas como el programa electoral y con mayor interés.
La atracción de Ciudadanos o la de Podemos cuando dentro de cuatro años decida irrumpir en las municipales. Cuatro (cinco partidos, no demos por muerto a IU-Verdes, seis, no demos por enterrado al de Rosa Díéz) cuando antes eran dos o tres y un pastel del mismo tamaño que en la pasada legislatura.
Otro día la ideología.
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