En periodismo se da el derecho a réplica... cuestión de ética periodística.
Rara vez ese derecho se ejerce en otro medio de comunicación.
Me sorprendí, por tanto, al ver su réplica a un artículo mío escrito para El Noroeste (y posteriormente ampliado para este blog) publicada en otro medio. O no tanto. Porque hay medios de comunicación que no lo son y periodistas que tampoco. Políticos que no hacen política, maestros que se travisten de pilotos de coche, peluqueros de periodistas, profesores que adoctrinan en sus aulas... Cambalache.
Fue lo primero que me sorprendió: una réplica desde una peluquería.
Un hecho insólito, incluso inédito, que era el título de mi artículo replicado.
Lo segundo -y último- que me sorprendió fue la piel tan blanda del concejal. Lo retomaré al final de esto que no puede ser sino una contrarréplica, aunque no merezca gastar papel en ella.
Antes, quiero defender la labor que se realiza en el semanario: en la réplica desde la peluquería que me dedica el concejal piloto parece como si El Noroeste, en sus páginas, no hubiese publicado semana tras semana las informaciones provenientes del Ayuntamiento o las que daban cuenta de las noticias que le acaecían a las personas responsables de su marcha. Tanto la resolución favorable a a "su amigo" Salvador Gómez como la también favorable al Equipo de gobierno de la calle Pinilla han sido recogidas en sus páginas, unos días antes o después que el resto de medios de comunicación. Como también los plenos del Ayuntamiento y las informaciones referidas a su situación económica (en este último número, por ejemplo). La versión del Ayuntamiento y la de los grupos de la oposición, que no coincide. Para mí, el hecho de que cada vez que se conozca que el Ayuntamiento está obligado a pagar tal o cual minucia (la indemnización a Juan Rigabert, la última), se afirme que la situación económica es mejor que antes, me parece cuanto menos sospechoso. Como la subida de impuestos sin mejores servicios (¿la ideología me hace ver calles sucias o aceras en mal estado?). Con esta salvedad, dudo que el partido que gobierna tenga queja alguna. Me atrevería a afirmar, a pesar de mi sesgo ideológico, lo contrario. Así que la afirmación suya sobre informaciones incompletas o sesgadas en el periódico resulta falaz. ¿Lee el concejal solo mis columnas que, por falta de tiempo, no prodigo?
En cuanto a hablar de "los años del Roblecillo", perdónenme, debo reconocer que fue una licencia poética, como llamar filoterroristas a los asistentes a un pleno o sentirse como un concejal amenazado por ETA en el pueblo de Caravaca.
"Los años del Roblecillo" como un efluvio maligno, se han prolongado en el tiempo y han contaminado (de ahí el articulo y la necesidad de un cambio de políticas que, inevitablemente, debe pasar por uno de actores) tanto a la oposición como a concejales del partido que gobierna. Sin embargo, una vez conocido que gracias a sus gestiones (¿ningún otro concejal de su partido hubiese logrado tamaña hazaña?) Caravaca ha recaudado dos millones de euros, tal vez en otros cuatro años regale a los caravaqueños otros dos. O cuatro si no hay oposición y el periodismo se amedrenta.
En política debe tenerse la piel dura, sobre todo cuando se presume de ello, otros políticos que nombraba en el artículo y que, tal vez con razón, deberían haberse molestado al asociarlos con usted, no lo han hecho. O lo han comentado en privado. O se han dicho: gajes del oficio. Le hacía con la piel más dura. Hasta que he recordado un pasado no tan lejano: militaba, no solo militaba, era representante de un partido y dimitió dejando a los votantes en la estacada. Fue el año 1993. Daba la noticia Juan Fernández Robles en Diario 16: "Los cuatro concejales del CDS dimiten de todos sus cargos tras el descalabro electoral". A nadie le gusta perder, pero otros han aguantado cuatro, ocho años, más incluso, soportando las burlas, la falta de respeto, las negativas a ofrecer información legítima. Hace falta la piel dura y no carecer de ética. ¿Ética política? Ética a secas.
Me sorprendí, por tanto, al ver su réplica a un artículo mío escrito para El Noroeste (y posteriormente ampliado para este blog) publicada en otro medio. O no tanto. Porque hay medios de comunicación que no lo son y periodistas que tampoco. Políticos que no hacen política, maestros que se travisten de pilotos de coche, peluqueros de periodistas, profesores que adoctrinan en sus aulas... Cambalache.
Fue lo primero que me sorprendió: una réplica desde una peluquería.
Un hecho insólito, incluso inédito, que era el título de mi artículo replicado.
Lo segundo -y último- que me sorprendió fue la piel tan blanda del concejal. Lo retomaré al final de esto que no puede ser sino una contrarréplica, aunque no merezca gastar papel en ella.
Antes, quiero defender la labor que se realiza en el semanario: en la réplica desde la peluquería que me dedica el concejal piloto parece como si El Noroeste, en sus páginas, no hubiese publicado semana tras semana las informaciones provenientes del Ayuntamiento o las que daban cuenta de las noticias que le acaecían a las personas responsables de su marcha. Tanto la resolución favorable a a "su amigo" Salvador Gómez como la también favorable al Equipo de gobierno de la calle Pinilla han sido recogidas en sus páginas, unos días antes o después que el resto de medios de comunicación. Como también los plenos del Ayuntamiento y las informaciones referidas a su situación económica (en este último número, por ejemplo). La versión del Ayuntamiento y la de los grupos de la oposición, que no coincide. Para mí, el hecho de que cada vez que se conozca que el Ayuntamiento está obligado a pagar tal o cual minucia (la indemnización a Juan Rigabert, la última), se afirme que la situación económica es mejor que antes, me parece cuanto menos sospechoso. Como la subida de impuestos sin mejores servicios (¿la ideología me hace ver calles sucias o aceras en mal estado?). Con esta salvedad, dudo que el partido que gobierna tenga queja alguna. Me atrevería a afirmar, a pesar de mi sesgo ideológico, lo contrario. Así que la afirmación suya sobre informaciones incompletas o sesgadas en el periódico resulta falaz. ¿Lee el concejal solo mis columnas que, por falta de tiempo, no prodigo?
En cuanto a hablar de "los años del Roblecillo", perdónenme, debo reconocer que fue una licencia poética, como llamar filoterroristas a los asistentes a un pleno o sentirse como un concejal amenazado por ETA en el pueblo de Caravaca.
"Los años del Roblecillo" como un efluvio maligno, se han prolongado en el tiempo y han contaminado (de ahí el articulo y la necesidad de un cambio de políticas que, inevitablemente, debe pasar por uno de actores) tanto a la oposición como a concejales del partido que gobierna. Sin embargo, una vez conocido que gracias a sus gestiones (¿ningún otro concejal de su partido hubiese logrado tamaña hazaña?) Caravaca ha recaudado dos millones de euros, tal vez en otros cuatro años regale a los caravaqueños otros dos. O cuatro si no hay oposición y el periodismo se amedrenta.
En política debe tenerse la piel dura, sobre todo cuando se presume de ello, otros políticos que nombraba en el artículo y que, tal vez con razón, deberían haberse molestado al asociarlos con usted, no lo han hecho. O lo han comentado en privado. O se han dicho: gajes del oficio. Le hacía con la piel más dura. Hasta que he recordado un pasado no tan lejano: militaba, no solo militaba, era representante de un partido y dimitió dejando a los votantes en la estacada. Fue el año 1993. Daba la noticia Juan Fernández Robles en Diario 16: "Los cuatro concejales del CDS dimiten de todos sus cargos tras el descalabro electoral". A nadie le gusta perder, pero otros han aguantado cuatro, ocho años, más incluso, soportando las burlas, la falta de respeto, las negativas a ofrecer información legítima. Hace falta la piel dura y no carecer de ética. ¿Ética política? Ética a secas.
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