domingo, 10 de mayo de 2015

Una valla invisible como la del Puente Viejo de Murcia también separa en dos Caravaca

Una sábado cualquiera llegas hasta la Plaza del Egido en Caravaca de la Cruz para comprar en la farmacia de guardia.
En un punto entre la Gran Vía y la plaza del Egido, el paisaje cambia -¿cuándo? ¿al cruzar la parroquia de El Salvador- y una Caravaca reemplaza a la otra. En Murcia se habla de la valla invisible, en el Puente Viejo, que separa la Murcia afortunada de la del Barrio del Carmen. Aunque ni todos los otros barrios de Murcia resultan tan afortunados y, en el Carmen, hay calles más abandonadas que otras (la mía, cerca del Cuartel de Artillería, tiene unas comodidades de las que no disponen aledañas conforme te alejas del río). Pero la imagen de la valla invisible resulta acertada; y también puede utilizarse para Caravaca de la Cruz, la situemos al traspasar la parroquia de El Salvador o un poco más arriba: en el Puente Uribe.

Participación y transparencia y desigualdad
Hay dos temas políticos nacionales con categoría central y que, como es natural, también han llegado esta campaña electoral a la comarca del Noroeste: por un lado, participación y transparencia; por otro, la creciente desigualdad entre ciudadanos.
Participación y transparencia es un tema del que han hecho bandera Podemos y Ciudadanos, y al que no se aplica al clásico eje derecha-izquierda. Estas palabras las nombró el candidato popular José Francisco Garcia varias veces durante la presentación de su programa electoral; y el socialista Pepe Moreno Medina lleva muy avanzado un estatuto de participación (en esta información de El Noroeste explica cómo funcionará en caso de ganar las elecciones).
La desigualdad, o la creciente desigualdad, la situó en el centro del problema el libro de Thomas Piketty, aunque se discutan sus datos estadísticos o si el problema es el capital o la ausencia de éste. En este terreno, partidos como el popular, se mueven con menos comodidad. La única receta contra la pobreza es la creación de empleo, parecen decir, pero el argumento se desmorona cuando reforma del Partido Popular ha creado (y a un ritmo lento) un empleo tan precario que ni con empleo desaparece la pobreza.
En la legislatura que ahora cierra, la desigualdad entre caravaqueños parecía no afectar al Equipo de Gobierno. Molestaba, incluso, que se hablase de pobreza o de la situación de desventaja con que algunos niños parten por el hecho de haber nacido en ésta y no en una familia cuatro calles abajo.
Tomando tan solo el Informe de la Asociación Estatal de Directores y Gerentes en Servicios Sociales,  seis millones de españoles están en situación de pobreza extrema, mientras, los gobiernos nacional y autonómicos han ido desmontado las políticas sociales.
Caravaca de manera poco creíble se asemejaba a un un oasis, y las propuestas de los concejales de IU-Verdes Rocío Olmos y Juan Berbell se desechaban, como el comedor escolar en verano. ¿Ningún caravaqueño entre esos seis millones en la pobreza extrema?

En campaña
El tema de la desigualdad aún no ha entrado en la presente campaña. Al contrario que en participación y transparencia, los ayuntamientos no tienen competencias para paliar esta desigualdad, aunque los partidos sí han apuntado medidas en sus programas para mitigarla en parte: libros de texto, comedor escolar, asesoría contra desahucios... Como en transparencia y participación, la clave radica en que el votante acierte cuál de los partidos que la lleva en el programa tiene voluntad real de aplicarla.
En el primer mitin de campaña del PSOE de Caravaca, el que fuera diputado regional Jesús López reivindicó los años de gobierno socialista de Antonio García Martínez-Reina y la labor que realizó corrigiendo los desequilibrios (desigualdades) entre los barrios. Yo era muy joven, pero he visto fotografías de esa época de los barrios Nuevo o del San Francisco. Ha cambiado mucho Caravaca de la Cruz, pero basta caminar (iba a utilizar "pasear", pero seamos sinceros: quién pasea por el Barrio Nuevo si no vive en él) por las calles del pueblo para ver las enormes diferencias entre unos y otros barrios, unos desequilibrios que se acrecentarán sin una decidida intervención municipal. Nos encontraremos con que el muro invisible que por el Puente Viejo separa los murcianos del barrio del Carmen también se puede trazar en Caravaca. Si no se ha trazado ya.
Los programas electorales ofrecen propuestas para disminuir los desequilibrios entre personas y entre barrios, pero aún no se ha situado en el centro del discurso de los políticos en esta campaña electoral, nos halaga más pensar a los votantes en Caravaca como un gigantesco plató cinematográfico donde acoger la próxima temporada de Juego de Tronos que en una ciudad de dos (o tres) velocidades: una diminuta que no ha entrado en crisis, la mayor parte que saldrá de ella pero no indemne y otra cuya desventaja se convertirá en definitiva.
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