"Los historiadores posteriores habrían seguido su ejemplo y elogiado la selección de una zona de invasión ideal, la formidable planificación y los inmensos recursos, la excelente diplomacia que consiguió neutralizar toda oposición y la brillantez operativa que permitió -contra todo pronóstico- que una irresistible flota procedente de España se enlazara con un ejército invencible de los Países Bajos. A pesar de todas sus deficiencias, si en la segunda semana de agosto de 1588 el duque de Parma y sus tropas de veteranos hubieran iniciado la marcha sobre Londres, cualquiera que hubiera sido el resultado final, todos hoy considerarían la Empresa de Inglaterra la obra maestra de Felipe II".
Así termina La Gran Armada. La mayor flota jamás vista desde la creación del mundo de los historiadores Geoffrey Parker y Colin Martin. Una victoria españala, aunque hubiera sido parcial, le hubuiera hech, en palabras del conde Khevenhüller, embajador imperial en la corte de Felipe II: "si huuiera salido con su intento este rey, se huuiera hecho señor absoluto de los mares, y por el mismo medio tuviera el absoluto dominio de la tierra".
Por qué se produjo la derrota de la Gran Armada gracias a la pericia de los marineros británicos (y a muchísimos errores de planteamiento de los españoles, como la pretensión de que enlazaran los barcos de Medina Sidonia con las tropas en los Países Bajos del duque de Parma sin haber limpiado primero las costas de barcos enemigos holandeses. Fueron errores en su mayoría achacables a Felipe II) y cómo la derrota se transformó en desastre por culpa del mal tiempo.
El nombre con el que se la conoce "Armada Invencible" fue una burla de Lord Burghley en su opúsculo The Copie of a letter sent out of England to Don Bernardin Mendoza y pronto hizo fortuna. Pero los capitanes de barco ingleses no dudaban en su momento de la pericia de los españoles (Medina Sidonia no aparece en el relato de Parker y Martin con la mala fama con que lo ha tratado la historia: no quiso dirigir la Armada, expresó serias dudas -sobre todo en privado- acerca del plan de Felipe II y probablemente su mayor error fue seguirlo, o intentar seguirlo, a pies juntillas) ni de las escasas posibilidades de detener a los soldados españoles una vez estos llegaran. Sabían que su defensa estaba en el mar. Escribió sir Walter Raleigh: "transportado un ejército por mar [...] y dejando a merced del invasor el lugar de desembarco [...] no cabe la resistencia en la costa de Inglaterra sin una flota que lo impida [...] a menos que cada caleta, puerto o ensenada disponga de un ejército poderoso para ofrecerle resistencia [...] emplear barcos capaces en el mar, y no confiar en el atrincheramiento ante el desembarco".
El estudio de los restos arqueológicos submarinos les permite a los historiadores darnos una imagen, si no exacta, sí aproximada de las embarcaciones y su tripulación, el tipo de armas -cuáles se utilizaron durante los combates-, las estrategias, las alternativas -no a posteriori- sino las que marineros españoles como Juan de Recalde propusieron, la manera de luchar de unos y otros...
Comienzan su relato cuando la Armada Invencible divisa Inglaterra, continúa con los puntos fuertes y débiles de cada una de las armadas, explica el contexto europeo y el Gran Designio de Felipe II (y marinos como Santa Cruz) y sigue a la Armada Invencible desde que parte de España hasta que es derrotada por los ingleses (Petruccio Ubaldino, pintor florentino afincando en Inglaterra desde 1545, escribió sobre la campaña para Francis Drake: "La flota inglesa hizo buen uso de la muy fiable calidad de sus excelentes y veloces navíos, no abarrotados de soldados inútiles, sino con las cubiertas despejadas para el uso de la artillería...") y en su huida naufragan la mayoría en las costas británicas -lo que les ocurre a los que llegan vivos a Escocia o Irlanda- y termina con las leyendas y mitos que han acompañado a la Armada Invencible desde su fracaso.
Una obra imprescindible la de Geoffrey Parker y Colin Martin, alejada de cualquier bandería ("La historia se sostiene por sí misma y los únicos pasados que han de olvidarse son los mitos"), accesible, aunque la disfrutarán más los entendidos en navegación. Geoffrey Parker y Colin Martin consiguen que vivamos, con Lord Howard. ese gran peligro "pues se trata a mi entender de la mayor y más poderosa combinación jamás reunida en la Cristiandad".
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