Cómo
alargar una serie en el tiempo: el secreto, antes de la proliferación de
canales privados, consistía en conseguir sentar frente a la televisión a
abuelos, hijos y nietos. Sobre el papel, el cocktail parecía sencillo, pero
no siempre funcionó la mezcla: humor blanco con unas gotitas de picante,
misterio y romance.
Mucho romance, pero no sexo, con una pareja con eso tan difícil de valorar como la “química”. Tensión sexual no resuelta (unresolved sexual tension) que funcionó en alguna comedia como Doctor en Alaska, pero cuyo hábitat natural eran las series de detectives, como Luz de Luna y Remington Steele (¿Expediente X?). Funcionó… y sigue funcionando. Vale, usted no ve Castle ni Bones (¿Fringe?), pero muchos sí. Al final, a quién demonios le importa el asesino si el romance promete. Un macguffin nada más. Queremos ver dobles juegos de palabras, miradas que lo dicen todo, un fundido en negro… (¿por qué los que no le damos una oportunidad -los que reconocemos aunque a desgana que de Fringe nos interesaban más las desventuras de Olivia y Peter que todo el universo paralelo- a Sira Quiroga y El tiempo entre costuras: además de romance, misterio, malos muy malos, tenemos paisjaes exóticos…?). Los problemas vienen en el momento en que los guionistas -valientes ellos- dan un pasito más y piensan: “si nosotros pintamos ya canas, tenemos mujer e hijos, Booth y Brennan también. Se llama evolución”.
Mucho romance, pero no sexo, con una pareja con eso tan difícil de valorar como la “química”. Tensión sexual no resuelta (unresolved sexual tension) que funcionó en alguna comedia como Doctor en Alaska, pero cuyo hábitat natural eran las series de detectives, como Luz de Luna y Remington Steele (¿Expediente X?). Funcionó… y sigue funcionando. Vale, usted no ve Castle ni Bones (¿Fringe?), pero muchos sí. Al final, a quién demonios le importa el asesino si el romance promete. Un macguffin nada más. Queremos ver dobles juegos de palabras, miradas que lo dicen todo, un fundido en negro… (¿por qué los que no le damos una oportunidad -los que reconocemos aunque a desgana que de Fringe nos interesaban más las desventuras de Olivia y Peter que todo el universo paralelo- a Sira Quiroga y El tiempo entre costuras: además de romance, misterio, malos muy malos, tenemos paisjaes exóticos…?). Los problemas vienen en el momento en que los guionistas -valientes ellos- dan un pasito más y piensan: “si nosotros pintamos ya canas, tenemos mujer e hijos, Booth y Brennan también. Se llama evolución”.
Se llama
evolución, pero no lo hagan. Los que fingimos que no vemos, pero vemos,
las series de Shonda Rimes (Anatomía de Grey, Scandal) en el fondo somos
muy conservadores. Soportamos tiempo atrás las vueltas y revueltas de
los sosainas de Ross y Rachel (Friends), pero no sé si soportaremos
también las inevitables de Castle y Bones.
En los 80
(cuando Madonna aún era virgen, que canta Calle 13, y por fin meto una
referencia musical) Remington Steele y Luz de Luna respondían a la
fórmula de la “tensión sexual no resuelta”. Prefiero con mucho la
primera a la segunda pero como la máquina (el formato) vence al hombre y
tocaba sesión de vinilos; y rulaba por ahí la banda sonora de Luz de
luna de cuando el éxito de al Jarreau para su intro: Moonlight; y me
apetecía hablar sobre comedias de “tensión sexual no resuelta”… En fin,
tras las parrafadas…
Cybill: Talk Memphis to me
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