“El Tercer Mundo no fue un lugar. Fue un proyecto […] Anhelaban dignidad por encima de cualquier otra cosa, pero también
se propusieron que sus respectivas poblaciones vieran adecuadamente satisfechas las necesidades básicas de la vida (tierra, paz y libertad)”.
se propusieron que sus respectivas poblaciones vieran adecuadamente satisfechas las necesidades básicas de la vida (tierra, paz y libertad)”.
El historiador indio Vijay Prashad en Las Naciones Oscuras escribe, desde una visión socialista, la primera historia exhaustiva del Tercer Mundo publicada en castellano. Su fracaso –por culpa de sus elites y aún más de Estados Unidos- desembocó en nacionalismo étnico y fanatismo religioso. Ninguna otra alternativa al capitalismo occidental ha despertado tantas esperanzas; sin embargo de un tiempo a esta parte movimientos sociales buscan otro proyecto que sustituya o le dé sentido a las democracias europeas.
Populistas a veces (Rodea el Congreso); confuso otras (Occupy Wall Street); pocas violento; en España el 15M cuenta con un amplio apoyo según las encuesta del CIS. Pero en lugar de atraerlos hacia el sistema actual, la Ley de Seguridad Ciudadana parece pensada para que se produzca entre estos movimientos un proceso de radicalización similar al que se vivió en el Tercer Mundo.
El periodista republicano -cada vez más citado por la derecha- Chaves Nogales escribió: “si los españoles alguna vez abusan de la libertad, démosles más libertad, pues los males de libertad sólo con libertad se curan”. Y algún abuso de la libertad inevitablemente se ha producido en un país que no sale de un proceso de descolonización pero que necesita “tierra, pan y lbertad”.
Pero el Gobierno que los representa en lugar de tratar de poner remedio a las causas de la radicalización de los españoles, para contentar a la derecha de su derecha presenta una ley que en algunos supuestos convierte al disidente en delincuente.
Ni flores ni primavera.
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